Quintana Roo

De la Redacción

Tras la doble venta de la “plaza” de Cancún, en el Caribe mexicano, orquestada directamente por Genaro García Luna, la debacle en materia de seguridad llegó al principal destino turístico del país.

Un grave hecho que partió el esquema de seguridad y que llegó inmediatamente después de que se diera la ejecución múltiple el 25 de noviembre del 2004, fue la entrega-complicidad de los cuerpos policíacos municipales y estatales, al crimen organizado.

Desde el 2006, los diarios POR ESTO! dieron cuenta, mediante una investigación periodística, como en aquel entonces la Dirección Municipal de Seguridad Pública, -hoy Secretaría- se manejaba directamente desde el grupo criminal de “Los Zetas” y sus rivales “Los Pelones”, brazo armado del “Cártel de Sinaloa”.

Esa batalla cobró de inmediato numerosas víctimas que iban en contra de esa entrega y complicidad descarada de las corporaciones policíacas, de los 3 niveles de gobierno, al crimen organizado. El primero de ellos fue del teniente coronel, Wilfrido Flores Saucedo, jefe de estado mayor de la Dirección de Seguridad Pública, Tránsito y Bomberos de Cancún, asesinado junto con su escolta Alejandro Morales Xicoténcatl.

Flores Saucedo era un teniente coronel retirado encargado de la restructuración de la policía municipal. Y de acuerdo a sus conocimientos armó y estructuró todo el organigrama de cómo y cuántos elementos pertenecían a cada bando delictivo.

Su investigación fue minuciosa y silenciosa, durante la administración municipal de Francisco Alor Quezada, presidente municipal en esas fechas.

Sin embargo, al entregar el primer avance de la misma fue traicionado y su trabajo lo llevó a la muerte. Flores Saucedo recibió 15 disparos de rifle AR-15 y Morales Xicoténcatl ocho balazos, en una emboscada en su propia patrulla realizada sobre la avenida Kabah, en represalia por tener esa primera lista de policías al servicio de la delincuencia organizada.

Esa ejecución cimbró a la sociedad cancunense. Pero no pasó nada, la maquinaria de la entrega e impunidad al crimen organizado de las corporaciones policíacas de los 3 niveles de gobierno estaba activa.

Y tres años después, en el 2009 y en el gobierno de Gregorio Sánchez Martínez, ocurrió el asesinato del general de Brigada, Mauro Enrique Tello Quiñones, quien fue ejecutado con inusitada saña.

“Tenía rotos los brazos y las piernas. Las fracturas estaban expuestas todas. Tenía golpes en todo el cuerpo, en la cara, en el tórax y le rompieron las piernas y los brazos. El general es el que recibió lo peor. La ejecución ocurrió entre las 21 y 22 horas de la noche”, se podía leer en el informe forense.

Enrique Tello Quiñones colaboraba como asesor de seguridad pública del alcalde de Cancún, Gregorio Sánchez Martínez. Y fue el militar de más alto rango que ha sido asesinado por el crimen organizado en esta ciudad. Antes de asumir el cargo como titular de Seguridad Pública en el municipio Benito Juárez, el general había hecho ofertas de trabajo a policías capitalinos, exagentes federales y exmilitares, para que integraran el grupo especial antinarcóticos que estaba conformando para trabajar al servicio de la Secretaría de Seguridad Pública de Cancún.

Y así fue presentado en una reunión, como el nuevo titular de Seguridad Pública Municipal.

Su objetivo era el de hacer una limpia dentro de la corporación policíaca y, al igual que Flores Saucedo, tenía información detallada de las operaciones que se llevaban a cabo en torno a la policía municipal y el crimen organizado.

Su muerte se dio por esa razón. El sanguinario y protegido grupo de “Los Zetas” no permitieron que se diera tal reestructura, pues en aquel 2009, ya tenían el 70 por ciento del control de la Dirección de Seguridad Municipal de Cancún, al igual que la policía turística de la Zona Hotelera.

La entrega orquestada por Genaro García Luna

Policías municipales, comandantes de sector, supervisores y hasta directores de área, cobraban dentro de la nómina de ambas estructuras delictivas. Algunos obligados bajo el esquema de “plata o plomo”. Otros por la avaricia de obtener recursos de manera sencilla a como diera lugar.

Para los presidentes municipales en turno, esto era una realidad. Todos tuvieron conocimiento, cada uno de los alcaldes sabía que el problema sobrepasaba sus funciones y decidieron fluir en vez de enfrentar la situación.

Ya sea por miedo o intereses personales, los gobiernos municipales dejaron que el problema creciera hasta lo que se registra el día de hoy, donde la percepción de seguridad es una de las más bajas a nivel nacional y la ciudad se ubica en los primeros lugares de violencia de alto impacto, es decir por ajustes de cuentas, extorsión y demás hechos del crimen organizado.

Incluso, ya en el 2011 la situación fue dada a conocer de manera oficial. En ese año el combativo comandante de la 34 Zona Militar, de Quintana Roo, general de Brigada, Anastasio García Rodríguez, dijo que en Cancún y Playa del Carmen imperaba la corrupción en los cuerpos de Seguridad Pública subordinados al crimen organizado, a quienes protegen y encubren como “Halcones” (informantes) y con ello conforman amplias narconóminas.

El jefe militar destacó, en ese momento, que más del 90 por ciento de los policías de Cancún pertenecían a la narconómina de la delincuencia organizada. García Rodríguez fue tajante y directo, los policías municipales conforman la narconómina actual, incluso con pagos mensuales de 100 a 200 mil pesos.

Con ello remarcó que la delincuencia organizada está enraizada a las corporaciones policíacas municipales, señaló que sigue imperando la corrupción en los cuerpos de seguridad municipales, al prestar servicio como “Halcones” al crimen organizado, principalmente en la zona Norte del estado de Quintana Roo desvirtuando la labor del Ejército.

Y uno de los primeros que protestaron y enfrentaron los señalamientos del comandante de la 34 Zona Militar, fue el entonces presidente municipal Julián Ricalde Magaña, quien mostró toda su inconformidad ante las declaraciones del general de Brigada.

Y hasta exigió que el alto mando militar presentara pruebas de lo que había dicho.

Bastaron unas horas, para que el general de Brigada, le presentara a varios policías municipales activos, capturados en plena acción criminal, como parte de la estructura delictiva de extorsiones que se dedicaban a cometer la cadena de fraudes a cadenas comerciales que son franquicias norteamericanas.

Así, de forma directa el comandante de la 34 zona militar Anastasio García Rodríguez, fue claro y contundente al señalar que el crimen organizado era – como lo es ahora - protegido por los cuerpos policíacos municipales, lo que impedía que el Ejército pudiera desempeñar su labor para salvaguardar la seguridad de la ciudadanía al 100 por ciento.

Dijo, en ese momento, que en los municipios de Benito Juárez y Solidaridad es en donde se ha tenido conocimiento que los agentes policíacos conforman amplias narcolistas con nombres y claves de policías municipales que están en la nómina de la delincuencia organizada.

Por ello en ese instante, el general de Brigada aclaró que no se podía trabajar confiadamente de manera coordinada con todas las corporaciones policíacas para poder combatir al crimen organizado.

García Rodríguez explicó desde esas fechas que, así como hay muchos policías buenos, al igual existen agentes inmiscuidos con la delincuencia organizada, lo cual predomina en Cancún y Playa del Carmen.

Dijo también que a partir de ese año, la zona norte de la entidad representaba ya el foco rojo en el mapa geodelictivo del estado, y no se equivocó. Porque al día de hoy es más que una triste y riesgosa realidad.

De acuerdo con cifras oficiales, durante 2018 en Quintana Roo hubo 690 homicidios dolosos, el 70 por ciento de ellos en Cancún. Muchos, si se considera que en 2017 en Quintana Roo hubo 359 asesinatos y en 2016 sólo 165.

A pesar de que hoy los habitantes de Cancún consideran a su ciudad como la cuarta más insegura de México, de acuerdo con el Inegi, el turismo sigue llegando y la ocupación hotelera está por encima del 80 por ciento.