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Quintana Roo

Las almas vuelven al inframundo

Por Justino Xiu Chan

 

FELIPE CARRILLO PUERTO, 1 de diciembre.- Con rezos y ofrendas de pibiwaj (tamal maya), y el encendido de las velas enfrente de las viviendas, fueron despedidos los pixano’ob, o almas que regresaron al inframundo, tras un mes de visita en el mundo terrenal.

Tal como nos cuenta el sacerdote maya don Aniceto Velázquez, “ts'u bino'ob pixano'obo'”: ya se fueron los difuntos, pero antes de su partida, las familias realizaron una serie de actividades para despedirlos, iniciando desde muy temprana hora, para preparar los alimentos y todos los insumos que se necesitarían para la preparación de los alimentos que se ofrecerían a las almas antes de su partida.

Refiere que en algunos casos se inicia la preparación un día antes del 30 de noviembre, para tener lista la leña, las hojas de plátano que se utilizarán, la carne de gallina, y todo lo que se necesita para que en las primeras horas del último día del mes se inicien los preparativos.

Menciona las actividades para la gran despedida y partida de las santas almas. Las mujeres se encargan del preparativo de la carne de gallina para el “pibiwaj” (tamal maya), luego se prepara el “k'ool” o el relleno para el tamal, ya sea el torteado o el colado.

Comúnmente, las familias hacen de los dos tipos, pero le dan prioridad al tamal torteado, porque se piensa que las almas, en su regreso al inframundo, son llevadas a prisa por la santa muerte, y algunas no terminan de comer y prefieren llevarse el tamal para el camino, por lo que por ser una comida seca no se tira en el trayecto.

Por lo que las familias, desde temprana hora, cavaron el pi’ib o el horno en la tierra, para acomodar la leña, colocar algunas piedras que se estarán calentando para que al momento de colocar los tamales torteados se puedan cocer, de manera lenta, hasta llegar a su punto sin que se quemen, para ello tiene que transcurrir una hora en promedio y después abrir el pi’ib.

Muchas de las personas inician a colocar sus ofrendas en el altar después de las seis de la tarde, por lo que la rezadora se encarga de hacer la entrega de los alimentos a las santas almas.

Se reúnen todos los miembros de las familias, además de los invitados para participar en el rezo, para ello ya ha empezado a oscurecer y se procede el encendido de las velas.

Con ello se piensa que luego de realizar la última comida, ya se encaminan al inframundo, por lo que la luz de las velas iluminan el camino para emprender el viaje, por lo que es común observar, por la noche del 30 de noviembre, que frente a las viviendas o sobre las albarradas se tengan velas encendidas hasta agotarse, ya para ello Ts'ookiii ts'ookubino'ob pixano'obo': Ya, ya se fueron las almas.

Será hasta el próximo año cuando sean esperadas de nueva cuenta en el mundo terrenal por los familiares vivos, que de nueva cuenta los recibirán para convivir con ellos a lo largo de un mes.

 

Despedida de los difuntos en las localidades

A pesar de la incursión de nuevas culturas, en las localidades indígenas del municipio de Felipe Carrillo Puerto, los usos y costumbres siguen vigentes. Desde temprana hora, en la comunidad de X-Hazil Sur se observaron familias trajinando para la elaboración de las ofrendas para despedir a los difuntos.

La gran mayoría de los asistentes contribuyen en las diferentes actividades, que se organizan en la casa donde se acuerda con anticipación, ya que a pesar de la crisis económica que se vive, esta tradición no se ha perdido, por lo que es común que en estas localidades todo el día se trabaje para que en la tarde-noche, luego del rezo, todos los asistentes se dispongan a comer.

Existe la creencia de que antes del rezo no se puede comer, porque existe la posibilidad que aparezca en el ko’ol alguna uña, por lo que prefieren degustarlo luego de ofrecerlo a los santos difuntos.

En muchos de los casos, como se acostumbra principalmente en las comunidades, luego del rezo, se reparte entre las personas que participaron en la preparación de las ofrendas, además de los que pudieran llegar después, lo que se conoce entre la gente del pueblo como el “Mata’an”.

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