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Quintana Roo

Playas cancunenses pierden el encanto

Por Yolanda Gutiérrez

 

Grandes contrastes en los balnearios públicos de Cancún, atractivos al turismo por la blanca arena y límpidas aguas, máxime ahora que no hay presencia de sargazo en los arenales, pero a la vez agobiantes con la presencia de ambulantes, invasión de camastros y sombrillas, improvisados bares de playa que parecen estar a punto de desbaratarse de un momento a otro y torres guardavidas en terrible estado, que no reflejan la seguridad que deberían sentir los bañistas.

Ni siquiera se libran las playas Blue Flag, que en teoría ofrecen servicios gratis, desde baños y regaderas hasta camastros y sombrillas ya que, si bien no se cobra por el uso de las instalaciones higiénicas, se permite la renta de los implementos de playa, lo que se registra especialmente en Delfines y Marlín, pese a que el municipio cuenta con mobiliario sin costo alguno para los usuarios que así lo soliciten.

En Gaviota Azul, balneario público que carece del distintivo, los camastros y las sombrillas se amontonan prácticamente uno encima de otro, hasta el punto que los concesionarios de zona federal y los particulares dejan apenas un reducido espacio disponible en los arenales para que los bañistas que no ocupan sus instalaciones puedan acomodarse.

Y al no ondear la Blue Flag en esta emblemática playa, los arenales se encuentran llenos de colillas de cigarro, pedazos de vidrio, corcholatas y  basura de todo tipo, que nadie se toma la molestia de retirar como sucede en las playas con este distintivo.

Tanto en Gaviota Azul como en el resto de los balnearios, incluyendo Delfines, los ambulantes recorren las playas de extremo a extremo, con la esperanza de comercializar sus productos entre los bañistas, pese a que teóricamente no existen permisos para que los informales desempeñen su actividad en la zona hotelera.

En este sentido, preocupa a los comerciantes establecidos la insinuación del Ayuntamiento respecto a modificar las leyes para permitir el ingreso de ambulantes a la zona hotelera, lo que actualmente contraviene el Reglamento de Zona Marítimo Federal y Terrenos Ganados al Mar que, a nivel federal, prohíbe el ambulantaje en las playas.

Prácticamente no hay playa en la que no se haya instalado un precario snack-bar que dice muy poco de la calidad de sus productos, mal construido, casi a punto de caerse donde, además de bebidas alcohólicas y refrescos, incluso se preparan alimentos de dudosa procedencia y mucha más dudosa higiene.

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