Quintana Roo

Rico chapuzón se dieron muchos bañistas

Por Yolanda Gutiérrez

 

Aunque el sol no brilló con todo su esplendor, y el cielo se vio medio cubierto por nubes buena parte de la mañana, turistas y locales aprovecharon el agradable clima registrado el sábado para disfrutar de las playas del destino que, pese al oleaje registrado, las franjas de sargazo sobre la arena y los pequeños manchones que flotaban cerca de la orilla, invitaban a darse un buen chapuzón.

Con sus “chivas” en mano, los residentes en Cancún comenzaron a aparecer desde temprana hora, momento en que no se observó una nutrida presencia de bañistas, aunque conforme avanzaba la mañana los arenales recibieron un mayor número de usuarios, especialmente en Langosta, Tortugas, Gaviota Azul y Delfines.

Los estacionamientos públicos quedaron pequeños para albergar vehículos de todas las características, algunos con placas de otros estados; mientras que en Gaviota Azul se conjugaron familias de la localidad junto a un buen número de turistas nacionales y extranjeros, quienes ocuparon buena parte de los camastros y sombrillas, dispuestos en diferentes puntos de los arenales.

El oleaje registrado fue uno de los motivos principales, para que tanto en Gaviota Azul como en Delfines, varios surfistas flotaban sobre sus tablas, a la espera de la “ola buena” para remontar.

También se observó buen número de bañistas en Chac-Mool, cuyo pequeño estacionamiento no podía albergar un sólo vehículo más.

Mientras que los fines de semana, como sucedió el pasado sábado, la población de Cancún se apropia de los arenales e instala sus pertenencias donde buenamente puede, además de que muchas personas llevan consigo sombrillas y otros implementos para disfrutar del mar con mayor comodidad, el resto de los días se encuentra un mayor número de turistas extranjeros y nacionales en las playas.

Tal y como se pudo constatar el sábado en la mañana cuando, tras llevar a cabo un recorrido por distintos balnearios públicos, se observó que eran bastantes las familias y grupos de amigos radicados en la localidad que disfrutaban de los arenales.

Grandes y pequeños la pasaban a todo dar chapoteando en las inquietas aguas, especialmente los niños, bajo la atenta mirada de los guardavidas que, a puro toque de silbato y usando sus brazos como señalamiento, indicaban a los bañistas que se alejaban demasiado los puntos seguros para disfrutar del agua sin riesgos.

Un par de infantes jugaba a las “guerritas” arrojándose puños de arena entre ellos, mientras sus carcajadas se escuchaban de un extremo a otro de la playa.

En tanto que los más grandes departían animadamente, mientras degustaban los variados alimentos que habían llevado consigo para culminar la jornada con broche de oro.