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Quintana Roo

Refrescante día en la playa

Por Yolanda Gutiérrez

Refrescante domingo en la playa disfrutaron los bañistas que optaron por pasar unas horas en alguno de los principales balnearios públicos del destino, en los que se encontraban familias de locales, turismo nacional e internacional.

Paracaídas multicolores se recortaban en el cielo y motos acuáticas recorrían las aguas, en lo que se consideró un día excelente para todo tipo de actividades relacionadas con el mar, náuticas, acuáticas o de simple solaz en las principales playas de nuestro destino.

Los balnearios públicos más frecuentados fueron Las Perlas, Langosta, Pez Volador, Tortugas y Gaviota Azul, mientras que en Delfines el número de bañistas parecía menor, entre otros motivos debido a su amplia extensión, pese a lo cual elementos de Protección Civil estimaron un aforo de alrededor de 800 usuarios.

En Gaviota Azul parte del turismo nacional ocupaba camastros y sombrillas, en tanto que otros optaron por tender sus toallas sobre la arena, medida similar a la adoptada por varios extranjeros que se acomodaron en el área libre de implementos en renta, que día con día se ve más reducida a causa de la proliferación del mobiliario playero.

Pese a esto, una buena porción de sombrillas con sus respectivas mesas y sillas o camastros de los dos clubs de playa que flanquean el acceso principal se encontraban ocupadas, además de las dispuestas, a escasos centímetros de la orilla, por particulares que también han hecho de la renta de este tipo de complementos su modo de vida.

Además, algunos bañistas, generalmente familias y grupos de amigos, llevaron consigo sus propias sombrillas e incluso alguna que otra casa de campaña, ideales para cambiarse de ropa fuera de las miradas indiscretas o echarse una pequeña siesta a resguardo de la intemperie.

Los residentes en la localidad llegaron a las playas más frecuentadas por los cancunenses, con neveras de todos los tamaños, algunas tan grandes que eran cargadas entre dos personas; sombrillas, taburetes y bolsas repletas de alimentos, además de salvavidas y flotadores de todo tipo para que los más pequeños pudieran darse sus chapuzones con total seguridad, completaban el “equipo”.

Y como suele ser habitual en domingo cuando las condiciones climáticas acompañan y se antoja disfrutar del mar, los estacionamientos públicos se encontraban repletos, sin un solo cajón libre; quienes llegaron más tarde a bordo de sus propios vehículos se las vieron duras para dejar el carro, especialmente en Langosta, donde una larga hilera de vehículos esperaba sobre la vialidad el momento en que alguna unidad abandonase el aparcamiento, para que ingresase el primer carro que aguardaba en la fila.

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