Quintana Roo

Por Yolanda Gutiérrez

Turismo nacional y extranjero que nos visita esta Semana Santa percibe una imagen un tanto dispar de la Zona Hotelera: por una parte, lujosos hoteles y boyantes plazas comerciales, por otra, inmuebles que nunca se concluyeron, baldíos cercados tras demolerse las construcciones que albergaban y edificios en precario estado de conservación o repletos de grafitis.

Y aunque en los últimos años ha cambiado la fisonomía de la Zona hotelera, al recuperarse algunos de los más notables “elefantes blancos” que se ubican en el área de playas, aún existen inmuebles que ofrecen una mala imagen turística al encontrarse en total estado de abandono e incluso, una pequeña plaza comercial, cuyo punto fuerte era un supermercado, quedó desplazada al abrir en Punta Cancún otro negocio similar, pero mucho más grande y mejor surtido.

Y ante la falta de vigilancia efectiva por parte de la Policía Turística, la mayor parte de los edificios en estado de abandono están repletos de grafitis, que no hablan precisamente bien de la imagen que el destino debe tener de cara al turismo que nos visita.

A excepción del edificio que ocupase el Cancún Marina Club, actualmente convertido en el hotel Real Inn, el polémico Party Center, remodelado y transformado en una plaza comercial y el restaurante Señor Frog’s, que hoy en día funge como centro de hospedaje, el resto de los elefantes blancos que plagan la Zona Hotelera permanecen en similares condiciones, sin que se vean siquiera intentos para mejorar su imagen de cara al turismo que nos visita.

Se avanzó también con la demolición, en un terreno colindante con Playa Tortugas, de lo que alguna vez fuese la discoteca Fat Tuesday, una de las favoritas del segmento spring break y, finalmente, después de muchos años afeando el entorno con su cúpula destrozada y, en últimas fechas, muros desmoronados, se logró demoler el antiguo restaurante La Farándula, especializado en comida cubana, que se convertirá próximamente, según la publicidad, en un edificio de departamentos.

No corrió con la misma suerte el edificio a la venta de “Pepe Tigre”, cuyo propietario ha señalado en reiteradas ocasiones que carece de recursos para darle una mejor vista a la fachada, la cual registra graves signos de deterioro.

Sin olvidar el fallido proyecto de condominios Kukulcán 42, que permanece frenado desde finales del año 2010 y sin trazas de rescatarse, así como las ex Villas Juveniles del desaparecido CREA, donde se tenía contemplada la construcción de un hotel escuela y la discoteca La Boom, centro nocturno que quebró cuando todos los antros empezaron a abrirse en la zona del Party Center.

Casi frente a La Boom, duerme el sueño de los justos el casino Playboy, que abrió con mala estrella ante las protestas de la grey católica en virtud de su proximidad con la iglesia de Cristo Resucitado y no tardó mucho en ser clausurado; posteriormente abrió sus puertas, pero poco tiempo después se clausuró de nueva cuenta, esta vez por la PGR y jamás volvió a reactivarse.

Unos kilómetros más adelante el turista encuentra las ruinas de la antigua discoteca Basic, hoy en día, desmantelada por completo, salvo una plataforma en precarias condiciones, de la que sobresalen algunas varillas oxidadas que nadie parece tener interés en retirar.

Y para finalizar el recuento de elefantes blancos, a un costado de Playa Delfines se ubican otras dos estructuras colindantes una con otra: lo que fuera el hotel El Pueblito y la Providencia Internacional, que supuestamente adquirieron particulares hace tiempo, aunque de momento permanece en total estado de abandono; el único avance que se aprecia es la instalación de una cerca metálica con objeto de impedir el acceso desde la carretera.