Por Yolanda Gutiérrez
Desde hace más de seis años duerme el sueño de los justos la tienda del ISSSTE, convertida en escondite de que sustraen sus pertenencias a los transeúntes, dormitorio para indigentes e incluso baño público que utilizan quienes sienten una apretura y encuentran en el abandonado inmueble un lugar idóneo para desahogarse.
Ubicado en la esquina de la avenida Kabah con la Ruta 5, el “Super ISSSTE” fue durante muchos años la tabla de salvación de cientos de amas de casa de escasos recursos económicos, que encontraban en el establecimiento alimentos y productos del hogar a precios mucho más económicos que en la mayor parte de los comercios establecidos.
A inicios de la administración federal encabezada por Enrique Peña Nieto, las tiendas del ISSSTE cerraron en toda la república mexicana y el super de Cancún no fue la excepción.
Y aunque en un principio se habló de dar un nuevo uso al inmueble, la realidad es que a más de seis años de su cierre continúa en las mismas condiciones e incluso se aprecia que las cortinas metálicas que impiden el paso a su interior se encuentran rotas, clara señal de que el edificio es frecuentado por indigentes y malvivientes, que según comerciantes de la zona, se introducen a ingerir bebidas alcohólicas y consumir drogas con toda impunidad.
Un sucio colchón rodeado de basura y latas de cerveza se encuentran a un costado de la tienda, clara señal de que alguien pernocta en el lugar y todo el entorno apesta a orines.
Las paredes están repletas de graffitis, algunos más artísticos que otros y la basura y la mugre forman parte integral del paisaje urbano.
Al otro costado del “Super ISSSTE”, colindante con el callejón que comunica la ex tienda con la calle en la que se ubica la clínica, una caseta de policía abandonada presenta un lamentable aspecto y en su interior se acumulan todo tipo de desperdicios.
Comerciantes y residentes se sienten molestos a causa del inmueble abandonado, al considerar que algunos de los sujetos que pernoctan o utilizan la ex tienda como refugio no sólo la ocupan para dormir sino que se convierte en punto de reunión de malvivientes y rateros.
Un vecino que reside sobre la ruta 4, muy cerca del edificio, manifestó que las autoridades deberían hacer algo al respecto, dada la peligrosidad y el riesgo permanente al que se expone todo el que vive por la zona o simplemente camina por la calle.
“Se han dado casos de rateros que se esconden en la tienda y aunque la policía pase peinando la zona no imagina que se guardaron ahí; hace unos días sí me dio miedo, ya era de noche, pasaba por la explanada rumbo a mi casa y me percaté de dos personas que tenían un botecito de esos de pegamento para PVC y dos bolsas de las que estaban inhalando, eso sí me dio miedo porque esa gente, drogada, se da valor y es capaz de hacer cualquier cosa”.