Por Yolanda Gutiérrez
Con una temperatura promedio de 36 grados y un sol de justicia, el sábado fue un día excelente para quienes desearon asolearse y a la par refrescarse en las aguas del mar Caribe, pese a lo cual no se apreció una importante presencia de turistas nacionales en los balnearios públicos, donde destacaron las familias locales, especialmente en playas como Langosta y Las Perlas. Claro que varias acompañadas de los parientes o amigos que llegaron de visita.
Aún no se aprecia en su esplendor el ambiente veraniego en los principales balnearios públicos de nuestro destino, pese a la presencia de familias locales así como visitantes nacionales que pernoctan en hoteles y turismo doméstico, es decir, que se hospedan en casa de parientes, situación similar a la que se observa en las playas de los centros de hospedaje.
Turistas y locales aprovecharon el excelente clima y el intenso calor del sábado, mitigado de tanto en tanto por blancas nubes que cubrían el sol por breves minutos, para acudir a los balnearios públicos de la Zona Hotelera, especialmente Las Perlas, Langosta, Pez Volador, Tortugas y Caracol, mismos que apenas padecen afectaciones por el sargazo.
En Gaviota Azul se apreció una mediana presencia de bañistas, que en su mayoría se acomodaron bajo las sombrillas que no pertenecen a los clubes de playa y que según se pudo averiguar, son más económicas, o bien extendieron sus pertenencias sobre la arena.
En este balneario la presencia de sargazo era mínima en comparación con las invasiones que ha sufrido en anteriores ocasiones, pese a lo cual algunas manchas de macroalgas flotaban ominosas cerca de la orilla.
Se encontraron mejores aforos en Tortugas, donde prácticamente todas las sombrillas con sus respectivos camastros o mesas con sillas estaban ocupadas, incluso el mobiliario instalado sobre las rocas.
Familias de locales, algunas acompañadas por parientes que aprovechan las vacaciones para visitarlos y ahorrar el dinero del hospedaje, que pueden invertir en diversiones y paseos, comenzaron a llegar desde primeras horas de la mañana para acomodarse en los mejores lugares o si el presupuesto alcanzaba, rentar una sombrilla.
Muchos degustaban botanas embolsadas o alimentos preparados en casa que, al abrir los trastes que los contenían, despedían exquisitos olores, especialmente en el caso de fritangas, en tanto que el fuerte aroma de los cebiches se sentía a varios metros, mientras otros optaron por recurrir a los platillos elaborados en los restaurantes.