Quintana Roo

Por María Luisa Vázquez

La presidenta municipal, Mara Lezama, informó que el “call center” que operaba en una zona residencial de Cancún, de donde privaron de su libertad a 30 jóvenes, no tenía ningún tipo de permiso, y dio a conocer que es difícil identificar este tipo de negocios que funcionan en casas habitación.

“Era una casa cerrada y la verdad es que nosotros nos aplicamos mucho en este tema de buscar que estén al día con sus licencias. Era una oficina que acababan de abrir, a puerta cerrada, les quitaban celulares, sin ningún anuncio, entonces, híjole, es complicado ubicarlos”, dijo ayer al término de la sesión de Cabildo.

Sin embargo, destacó que la buena coordinación entre las policías de los tres niveles de gobierno dio como resultado poner a salvo a las 30 personas y detener a cinco presuntos responsables.

El call center se ubicaba en el fraccionamiento residencial Santa Fe, en la Supermanzana 524.

Por su parte, Eduardo Mariscal de la Selva, director ejecutivo de la Asociación de Complejos Vacacionales y Turísticos (Acotur), alertó sobre la proliferación de este tipo de servicios, que no sólo son un riesgo para los eventuales compradores, sino también para las personas que son contratadas para trabajar.

“Es muy preocupante. Creo que es un foco rojo al que todas las autoridades, en coordinación, deben voltear para hacer una investigación perfecta y erradicar cada uno de estos ‘call centers’ patito que están dañando a las industrias y sus clientes. Estos ‘call center’ no solamente son de clubes vacacionales o pretenden serlo, sino que también son de bancos, de cuentas de internet, que dañan la economía y patrimonio de todos los habitantes y visitantes”, indicó.

Hizo ver que este esquema también “es una forma de robar a la gente con “call centers” falsos, dañan el patrimonio de la gente que cae en sus redes, y dañan el prestigio de compañías, desarrollos y bancos”.

Elogió el trabajo de coordinación entre las autoridades para dar rápidamente con el paradero de los jóvenes que fueron privados de su libertad, a quienes se les contrató como empleados del call center y el martes por la noche terminaron por vivir una película de terror.