La zona norte de Quintana Roo repuntó con 132 por ciento de las atenciones prenatales, es decir hasta el mes de octubre del 2020 se atiende a tres mil 300 embarazos, mientras en 2019 en ese mismo periodo sólo se registraron dos mil 500, de acuerdo a información de la Jurisdicción Sanitaria número 2.
Por su parte Silvia Damián, directora del Instituto Quintanarroense de la Mujer, explicó que el confinamiento derivado de la contingencia sanitaria por COVID-19, es uno de los factores que influyó para que este número se incrementara.
La directora detalló que esto se debe a que durante el aislamiento social, las familias pasaron muchas horas en casa, además por la falta de dinero algunas mujeres no siguieron con el consumo de pastillas anticonceptivas o el uso de preservativos, es por ello que desde que inició la pandemia se había previsto el repunte de embarazos.
Hay un sector importante de mujeres que desconocen, los métodos de planificación familiar, además que existe un número importante de embarazos en jóvenes adolescentes, por la misma razón.
Esto también puede ser parte del repunte de violencia en el hogar, ya que los abusos sexuales contra menores y mujeres suelen encontrarse dentro del núcleo familiar, puede ser pariente que convive todos los días con la víctima, es por ello que el confinamiento se ha elevado este tipo de problemas, porque conviven con el agresor las 24 horas al día, lo que hace que el abuso sea más frecuente.
También dijo que en el caso de las adolescentes se puede manifestar de distintas formas, ya sea con fugas de la casa, porque lo considera peligroso, problemas de aprendizaje o muestra tristeza todo el tiempo.
“Los adolescentes tienden a consumir drogas, tener intentos de suicidios o mutilaciones”.
Aclaró que un embarazo forzoso es obligar a una niña menor de 14 años en dar a luz a otro niño o niña, cuyo origen según las estadísticas son por violaciones, donde se ven agredidas en su frágil cuerpo sino en todo el proceso que con lleva tener un hijo, los traumas obstétricos a esa edad donde psicológicamente, mentalmente y físicamente no está preparada, donde se vulneran todos sus derechos poniendo en riesgo su propia vida y del niño por nacer.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, el embarazo en adolescentes es un tema que requiere más educación y apoyo para alentar a las niñas a retrasar la maternidad hasta que estén preparadas.
Las adolescentes menores de 16 años corren un riesgo de defunción materna cuatro veces más alto que las mujeres de 20 a 30 años, y la tasa de mortalidad de sus neonatos es aproximadamente un 50 por ciento superior. Se estima que 16 millones de niñas de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años dan a luz cada año, y un 95 por ciento de esos nacimientos se producen en países en desarrollo.
Por Angélica Gutiérrez