Factores económicos y culturales son los que prevalecen en los hechos de suicidios consumados o su intento, sobre todo en la Península donde todavía predominan los usos y costumbres, comentó Juan José Lucio Guerra, médico psiquiatra especialista por la UNAM, quien labora en el Hospital General de zona 18 del IMSS en Playa del Carmen.
El galeno reveló que dos de cada 10 pacientes que son atendidos por el médico familiar son canalizados a atención psiquiátrica o psicológica.
Con base en datos estadísticos, de 2010 a 2019, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Quintana Roo se ubica en el segundo sitio en incidencia de este tipo de conductas; en primer lugar está Yucatán y en tercero Campeche.
En este año, hasta el corte de julio, la Fiscalía General del Estado reportó 71 suicidios y de acuerdo con la Jurisdicción Sanitaria 2, los municipios con mayor incidencia son Benito Juárez, el cual tiene como cabecera a Cancún y Othón P. Blanco con cabecera en Chetumal.
De julio a octubre va más de una docena de personas que han decidido interrumpir su existencia, la mayoría de ellos en Cancún, entre los que se encuentran jóvenes y adultos mayores.
El especialista en psiquiatría fue enfático al mencionar que no debe menoscabarse las actitudes en los adolescentes que denoten depresión, estrés o preocupación, pensando en que ellos no tienen responsabilidades, pues cada ser humano, en la etapa de vida que esté, va a enfrentar problemas que, de no atenderse a tiempo, pueden tener desenlaces fatales.
Los datos recopilados en la Península por el Inegi de 2010 a 2019, muestran que el estado de Yucatán es de mayor incidencia, pues en esos años ha sumado mil 987 suicidios, la suma anual más alta es la correspondiente al año pasado con 247 actos y el más bajo fue 2012 con 160.
Con respecto a Quintana Roo, el Instituto muestra cifras que lo ubican en el segundo sitio a nivel peninsular al sumar, de 2010 a 2019, mil 314 suicidios consumados; el año más alto en el índice de prevalencia fue 2012 con 144 muertes.
Mientras tanto, Campeche suma en ese mismo lapso 790 actos y fue el año pasado cuando reportó el número más alto con 99 muertes por suicidio.
Lucio Guerra explicó que la región compuesta por los tres estados mencionados no ha logrado disminuir el índice de suicidios.
“No es sólo que estemos estancados como región, sino que, a nivel mundial se han visto cambios muy importantes en las conductas del suicidio y en las tasas de incidencia, obviamente hay zonas como el sureste en la que sus estados – Campeche, Quintana Roo y Yucatán- en comparación con otros, sí tienen una tasa mayor”.
En ese sentido aseguró que hay detonantes que favorecen que tengan mayor tasa de incidencia.
“Hay muchos factores que conllevan a que una persona cometa o intente el suicidio, desafortunadamente factores socioeconómicos y culturales se ven muy prevalentes en esta región y desafortunadamente el tema de salud mental depende mucho de la zona en donde esté la persona. No es lo mismo la facilidad que tiene alguien en regiones como Guadalajara, Ciudad de México y Monterrey, al acceso que hay en la península, porque hablar de salud mental todavía es un tabú”.
Relacionó la actitud de no aceptar que se requiere ayuda especializada para superar problemas que generan ansiedad, estrés, tristeza, insomnio con el tema cultural y de costumbres.
“Todavía está predominantemente alto el prototipo de la imagen del hombre y del perfil de la mujer. No se puede hablar, en poblaciones indígenas, de un hombre llorando, triste o que diga: ‘necesito ayuda porque me siento mal’. Desafortunadamente no lo vemos cómo lo vemos en otras ciudades y es por esto que la tasa de suicidios consumando es mayor en estas áreas”.
El psiquiatra informó que “un alto porcentaje” de los pacientes que tienen consulta con su médico familiar refleja ansiedad, síntomas de depresión o alteraciones, pero “un porcentaje muy bajo” de derechohabientes va a solicitar directamente ser atendido por psiquiatría o ser atendido por psicología.
“La detección la realiza el médico familiar o el mismo familiar del paciente que le hace ver al médico que su paciente está presentando algo diferente o que les llama la atención y es cuando son referidos a psiquiatría o psicología”, dijo.
De 10 pacientes que llegan a consulta de primer nivel, dos o tres van a pedir la atención con psiquiatría o psicología, reconoció.
Fechas propensas al suicidio
El especialista explicó que están detectadas conductas estacionales como la depresión, las cuales no tienen un patrón de relación al tiempo o suceso, sino que suele presentarse en los meses más fríos, por lo que los pacientes que cumplen con estos criterios empiezan a medicarse desde antes para poder controlarlas.
Sin embargo, el suicidio está relacionado también con fechas donde la persona tuvo una pérdida y, tomando en cuenta las mil 840 muertes de manera abrupta que hasta el viernes pasado generó el coronavirus en Quintana Roo, no se descarta que en Navidad y Fin de Año la incidencia de interrupciones voluntarias de la vida suba.
“Hay quienes tienen fechas de una pérdida o que tienen sentido como núcleo familiar, como Navidad, Día de Muertos, Día de las Madres, pues son fechas cargadas de emociones y es bastante previsible que haya incremento en ese tipo de conductas y puede ser mayor el porcentaje de cometer suicidio”, señaló.
Los adolescentes
Partiendo de que el suicidio no es una conducta exclusiva de ancianos de mayores de edad, exhortó a la ciudadanía a desechar la idea de que los niños y adolescentes no cometían este tipo de actos pues “está más que demostrado que no es así.
“En los grupos de edades de los 15 a 29 años, la segunda causa de muerte es el suicidio consumado. Desafortunadamente no es algo que se tome o que se hable de manera frecuente. Hasta los niños pueden llegar a realizarlo por múltiples factores, así como las personas de mayor edad”.
Confinamiento
Pidió reflexionar en que, si a los adultos les afecta el confinamiento, no hay por qué pensar que a los adolescentes y niños no. “Quizá su experiencia de vida no es la misma que nosotros, quizá sus responsabilidades no son las misma que la de un adulto, quizá económicamente no tienen presiones, pero también tienen factores de estrés, también viven situaciones en su día a día, también son parte de una familia en la que puede haber problemas, en la que puede estarse marcando una disfunción. El hecho de decir que los menores no trabajan, que no tienen a nadie a quien mantener no es justificante para minimizar la situación y el sentir de cada persona”.
Clases en línea y el estrés
Con la modalidad de las clases en línea hay horarios extenuantes, tareas más allá de lo académico que obliga a los estudiantes a invertir más de 12 horas al día y eso les hace cargar con más estrés, aunado a que ahora es el padre o la madre quien ocupa el papel de profesor o acompañante en el aprendizaje, para lo que algunos no tienen la paciencia y los conocimientos necesarios.
“Desafortunadamente son situaciones que no se habían presentado y hemos estado trabajando con adolescentes y niños, con papás para que sepan cómo afrontar los cambios, pues los niños están con la mente cansada, están en automático viendo las clases por televisión. Como papás es necesario trabajar en la paciencia individual”.
El psiquiatra pidió a los derechohabientes que presenten síntomas de depresión, tristeza, ansiedad, angustia, estrés o alteraciones del sueño, acercarse a las clínicas familiares y pedir que los canalicen al área de psicología para trabajar el duelo de la pérdida de un ser querido a causa del COVID-19.
Por Eva Murillo