María y Maura Cordero Silva, son dos hermanas que durante más de 50 años han llevado la tradición familiar de realizar bordados en tela y hamacas, de 66 y 73 años, originarias de Espita, Yucatán y quienes actualmente viven en Puerto Morelos, Quintana Roo.
“Aprendimos cuando teníamos seis años, nuestros padres nos enseñaron y para nosotros es importante que no se pierda lo que hemos hecho por años” dijeron.
La hamaca yucateca tiene un tejido más cerrado y consistente, se desconoce el origen real de la hamaca, aunque en algunos lugares se dice que provino de Haití y los yucatecos adoptaron dicha costumbre, lo cierto es que el arte de tejer, urdir y realizar una hamaca se ha heredado de generación en generación.
“Sabemos hacer de todo un poco, bordamos con y sin molde, también decoro servilletas de tela con bordados de distintos hilos, pero lo que más hemos hecho son hamacas, pues desde niñas nos enseñaron, y ha sido de generación en generación este arte”, comentó Maura.
Dos personas que durante toda su vida han realizado diferentes actividades y orgullosas de sus raíces, además de haber sido maestra y encargada de biblioteca, dicen que lo hacen por gusto para no quedarse sentadas después de la jubilación, las hermanas comentaron que su madre fue parte de la economía local cuando ellas nacieron, pues además de saber realizar hamacas, su mamá era partera de Espita.
"Cuando era pequeña, mi mamá también hacia de todo, pero especialmente era partera; me enseñó cuando tenía seis años y me llegaba a pagar hasta 50 pesos por hamaca, desde ahí comencé”, comentó María Cordero.
De todos los tamaños y colores, desde las individuales, hasta las king size y su elaboración puede llevarle unas semanas hasta un mes. Las más comunes son las de algodón o de nylon, su precio oscila entre los 500 y 800 pesos, pero las hay también de seda, tela o de crochet; estas últimas son de un hilo muy fino y su precio se eleva hasta los tres mil pesos, dependiendo el modelo y también del tamaño.
Usan como instrumento un bastidor sus manos e ingenio y estas son las herramientas necesarias para elaboración de una artesanía y su exportación se ha expandido en diferentes países.
Por más de 40 años, Maura, de 66 años, ha vivido en Leona Vicario, quien fue maestra de enfermería por 10 años y posteriormente maestra de primaria por 23 años más, comentó, que durante su experiencia el ser una persona adulta es complicado ahora que se está en pandemia y más cuando se es hiperactiva, ya que les gusta a ella y a su hermana, estar en constante movimiento y el bordar y tejer es como han ido llevando la cuarentena, además de que son hablantes de la lengua maya, lo cual para ellas representa algo más que solo serlo, pues es parte de su vida y su esencia.
“Cuando tengo oportunidad le hablo en maya a mis hijos, a mis nietos, porque para mí es muy importante, tenemos que hacer que no desaparezca algo tan bello como la lengua maya”, comentó Maura Cordero
CG