Por Luis Enrique Tuz
CHETUMAL, 26 de abril.- El sacerdote de la Parroquia de San José Obrero y de San Patricio de Irlanda, Patrick A. Corrigan Cummins L.C., en la misa virtual dominical pidió que Dios omnipotente ilumine a los científicos para buscar una solución a la pandemia del coronavirus COVID-19.
“A los jefes de estado y científicos que están buscando una solución a la pandemia del coronavirus COVID-19, que Dios los ayude”, dijo el sacerdote Patrick A. Corrigan Commins L. C. durante la misa dominical virtual.
En este tiempo de la pandemia del coronavirus COVID-19 hay gente que está buscando una solución, pero también si hablamos de la inteligencia del hombre, tienen que recurrir a Dios para que los ilumine.
En el salmo 15 se leyó: Señor, me enseñarás el sendero de la vida. (O, Aleluya). Señor, me enseñarás el sendero de la vida. Protégeme Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor Tú eres mi bien. Señor, me enseñarás el sendero de la vida.
En el evangelio de la misma dominical se leyeron dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: — ¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino? Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos que se llamaba Cleofás, le replicó: — ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?.
Él les preguntó: — ¿Qué?
Ellos le contestaron: —Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no le vieron.
Entonces Jesús les dijo: — ¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron diciendo: —Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída. Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: — ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?. Y levantándose al momento se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once con sus compañeros que estaban diciendo:
Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.