Aunque han resentido en diferentes aspectos los efectos de una pandemia que ha durado prácticamente un año, dignatarios mayas encuentran en su fe, en la tradición o hasta en los usos y costumbres una ruta de escape y hasta de consuelo para los múltiples problemas que se presentan de manera cotidiana en sus comunidades, afirma con vehemencia en lengua maya Filiberto Chan Yama, rezador con rango de capitán dentro de la estructura maya que cuida y vigila el Santuario de la Cruz Parlante en Felipe Carrillo Puerto.
Acompañado de un grupo de dignatarios mayas que al igual que todos los que llegan a este lugar para hacer su guardia vigilan celosamente el lugar, el rezador maya desgrana un manojo de vainas de frijol nuevo mientras en una tiznada olla burbujea el agua hirviente que servirá para cocer esos granos, “Vamos a preparar frijol nuevo con chaya, eso vamos a comer hoy, para eso es lo que nos alcanza el dinero que tenemos”, afirman sonrientes los ancianos que comparten esa responsabilidad de preparar la comida.
La iglesia que a causa de la pandemia permanece cerrada para las visitas al público, sigue siendo el recinto en el que a las cinco de la mañana, a las siete, a las 12 del día y a las seis de la tarde, se oficia una misa totalmente en maya y se ofrendan los alimentos del día, mientras las campanas que repiqueteaban llamando a propios y extraños a los servicios religiosos ahora permanecen calladas, inmóviles, como mudos testigos de lo que ha sucedido con el correr de los años en este simbólico lugar.
El aire fresco sopla libremente agitando las ramas de los altos arboles de cedro y caoba que se encuentran en el interior de ese parque, el cual se ha convertido con el correr de los años no sólo en el punto de reunión para los indígenas adoradores de la Santa Cruz, sino en refugio de la fe, de la creencia, de las costumbres y hasta de las penas de quienes llegan aquí profesando la religión en la que encuentran consuelo y alivio.
Mañana termina nuestra guardia, quienes estamos aquí somos de Señor, Kampokolché y Morelos, mañana esperamos que llegue la compañía que viene de X-Hazil para que se queden 10 días y según nuestro calendario de vigilancia regresamos en dos meses y tres semanas a quedarnos, en ese tiempo grupos de diferentes lugares y comunidades estarán viniendo a cuidar la Santa Cruz, a vigilar el santuario y estar pendientes de lo que haga falta, explica el dignatario maya entrevistado en este lugar.
Tres cruces de madera elaboradas a mano dan la bienvenida a quienes llegan y despiden a los que se van, convirtiendo la creencia en fe, la fe en religión y esa misma religión en un motivo para llegar y dar lo mejor de sí a favor de su patrona, la Santa Cruz.
MA