En esta temporada de vacaciones, la isla de Holbox genera alrededor de 30 toneladas de basura al día, cuya recolección está a cargo de Eco-V, empresa concesionaria que recibe un pago mensual de 432 mil pesos, de acuerdo con la información proporcionada por las autoridades municipales.
La isla tiene un promedio de 2 mil habitantes y recibe un número similar de vacacionistas diariamente (cantidad mucho menor a la que arribaba antes de la pandemia), por lo que se genera esa cantidad de basura que es depositada en el sitio de transferencia en la parte noroeste de la isla, a un costado del cementerio.
Con el sitio de transferencia o relleno sanitario de Holbox, inaugurado en 2011 y construido con fondos del Gobierno Estatal y Federal a través de la Seduma y Semarnat, se presumió que Holbox había resuelto el grave problema de control de sus desechos y coronó un esfuerzo comunitario ejemplar iniciado desde 2008, para que esta isla, Área Natural Protegida y santuario del tiburón ballena, cuente con procedimientos e infraestructura para el manejo ambientalmente adecuado de los residuos sólidos.
En ese año, las autoridades estatales y municipales consideraron una generación diaria de 2.5 toneladas de basura, mismas que terminaban en el tiradero a cielo abierto ubicado en zonas inundables, generando una imagen negativa al turismo y constituía un importante foco de contaminación por la infiltración de lixiviados y la generación de vectores de riesgo a la salud que se reproducían al amparo de los desechos.
Sin más procedimientos que la quema, los habitantes recordaron que la basura llegaba hasta el cementerio. A pesar de ser un puerto turístico importante, el servicio de recolección era deficiente e irregular y las autoridades esporádicamente entregaban recursos estatales y federales. Lo habitual era “sanear” empujando los desechos a la parte de atrás del basurero, los que en menos de 15 días se descontrolaban de nuevo. Un grupo de “pepenadoras”, bajo programas de empleo temporal, recuperaba residuos reciclables que no lograban comercializarse o desalojarse de la isla, dados los costos del transporte marítimo.
A pesar de haberse construido el relleno sanitario, el auge turístico que comenzó a tener la isla de Holbox, con la construcción de más centros de hospedaje y la llegada de más turistas cada temporada vacacional, la generación de basura fue aumentando cada vez más, hasta llegar a las 30 toneladas diarias, 10 veces más de la cantidad estimada cuando el sitio de transferencia se construyó hace una década. En ese periodo, el relleno sanitario llegó a acumular, en dos ocasiones, más de 70 mil toneladas de basura.
En mayo de 2017 se registró uno de los incendios más grandes registrados en el sitio de transferencia de Holbox, que fue de cobertura nacional e internacional, puesto que a pesar de que fue reportado con anticipación, la ignición se atendió 10 días después por elementos municipales de Protección Civil, policías y hasta la Marina.
Tras 10 años de acumulación de basura y siendo uno de los principales problemas que requerían pronta solución, las autoridades se enfocaron en una novedosa tecnología denominada termovalorización, como una medida inusual que ha causado mucha polémica.
El director municipal de Saneamiento Ambiental, Javier Martínez Correa, sostuvo que la basura de la isla de Holbox no desapareció como por arte de magia, mucho menos fue enterrada de la noche a la mañana debajo de la arena, ni llevada a los basureros de Chiquilá, Solferino, San Ángel o Kantunilkín; para atender el problema, el Gobierno Municipal y la empresa Eco-V, le apostaron a esa tecnología.
Sin hacer tanto ruido, el Ayuntamiento recurrió a una solución tangible al problema que por años ha aquejado a este destino turístico, siendo uno los temas que se había arrastrado de gobierno en gobierno.+
Hasta poco antes de la pandemia, Holbox generaba 130 toneladas de basura al día, situación que se había convertido en un grave problema que se viene arrastrando desde administraciones anteriores y que no se le había buscado una solución.
El ayuntamiento aprovechó la temporada crítica de la pandemia para trabajar y, mientras los habitantes permanecían en casa, la moderna tecnología se iba desasiendo de la basura de modo que, al anunciar el ayuntamiento el saneamiento total del sitio, llegaron muchas interrogantes, serios cuestionamientos, incluso especulaciones poco creíbles de que las 70 mil toneladas de basura fueron enterradas en el mismo lugar y de que el Ayuntamiento impedía el acceso para que se comprobara ese ecocidio.
También surgió la versión de que la basura fue llevada a los tiraderos a cielo abierto de Chiquilá, Solferino, San Ángel y Kantunilkín, que está a punto de colapsar, porque inicialmente se tuvo el apoyo de los volqueteros, para sacar la basura de la isla, de modo que al ingresar con material de construcción, para salir debían cargar parte de los desperdicios y llevarlos hasta el relleno sanitario de Kantunilkín, práctica que continúa para evitar que de nuevo se acumule la basura.
Actualmente, salen de Holbox alrededor de seis volquetes de 14 toneladas, llenos de basura, que son llevados hasta el tiradero de Kantunilkín, ya que se busca que el sitio de transferencia no se convierta nuevamente en un tiradero a cielo abierto y contamine el subsuelo, ya que eso es un ecocidio que se venía registrando desde hace mucho tiempo con la filtración de los lixiviados a la arena.
Martínez Correa explicó que se le apostó a una tecnología moderna que se aplica en otras partes del mundo y que transforma la basura inorgánica que ya no se puede reciclar en energía, a través de un proceso sofisticado y favorable para el ambiente, haciendo eficiente el manejo de la basura al convertirla en un recurso aprovechable.
La termovalorización, tecnología que contribuye a reducir las emisiones de CO2, lo que se traduce en beneficios para el medio ambiente, dota a las ciudades de autonomía en la gestión de sus residuos y otorga a la basura un valor al reintegrarla como recurso al ciclo productivo.
A diferencia de la incineración, la termovalorización consiste en un proceso de alimentación continua de residuos inorgánicos, con combustión controlada, recuperación de energía y muy bajo nivel de emisiones.
Para la limpieza del basurero, las autoridades aseguraron que la empresa utilizó recursos propios, además de que hubo inversionistas preocupados por la imagen y el futuro de la isla, quienes aportaron recursos a fin de dejar la isla, libre de toda basura, sin embargo, no especificaron monto de inversión.
El trabajo a seguir es la atención del área con la reforestación de plantas propias de la isla o algún proyecto verde que vaya de acuerdo con el entorno ecológico de la isla, y dando la atención que requiere el área como sitio de transferencia.
Consideraron importante que los habitantes se sumen a estas acciones de las autoridades, haciendo lo propio con el pago de los impuestos de la basura a fin de evitar que la historia se repita y la basura nuevamente sea un problema muy grande en este destino turístico.
CG