Vendedores de artesanías de la carretera costera oriental de la ínsula, así como trabajadores de los restaurantes de la zona, agonizan ante la reducida llegada de turismo y esperan que el retorno de los cruceros y la próxima temporada de verano permitan el repunte en sus ingresos.
Los encargados de los negocios consideraron que las autoridades de los tres niveles de gobierno deberían trabajar para lograr una reactivación efectiva, sin tener que esperanzarse en el retorno de los trasatlánticos, que llevan más de un año sin tocar el puerto.
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Wenceslao Madera, vendedor de souvenirs en el kilómetro 17.8 de la carretera perimetral, compartió que ha tenido que adaptarse a la nueva vida sin cruceristas y ser más creativo en la manera en que ofrece sus productos.
Lamentó que los visitantes que actualmente llegan a la isla si bien son extranjeros, no son de alto poder adquisitivo, por lo que tienen que “enamorarlos”.
Buscando cómo innovar, el comerciante empezó a informarse sobre la flora y fauna que prevalece en la zona donde labora, a fin de poder ampliar su charla con los turistas que llegan a través de tours. De esta manera, algunos se animan a comprarle y los que no, al menos le dejan una propina.
Jorge Olmeda, quien comercializa artículos de madera, yeso, coral y tejido, compartió que este año sin hoteles flotantes los ha obligado a ver la vida de otra manera. En primer lugar tuvieron que reducir sus gastos en el hogar y también han tenido que ver la manera de cubrir los pagos con sus proveedores.
Señaló que aunque la costa es una de las zonas más activas turísticamente hablando, al igual que el centro de la ciudad, los vendedores tienen que trasladarse desde las 6:00 o 7:00 horas y retornar al menos 12 horas después, porque el acceso es complicado.
Además, algunos han sido víctimas de robo y nadie les repone lo perdido; sin embargo, su única opción es seguir trabajando.
JCL