Como resultado de poco más de un año de mantenerse en casa debido a la pandemia por COVID-19, infantes de la entidad han incrementado el consumo de comida chatarra hasta en un 70 por ciento, de azúcares un 90 por ciento y 17 por ciento el consumo de bebidas azucaradas.
De acuerdo a los resultados de la encuesta de salud y nutrición en niñas y niños menores de 12 años durante la pandemia por COVID-19 en México 2020, realizada por el Instituto Nacional de Salud Púbica, el consumo de los grupos de alimentos no recomendables para consumo cotidiano como grasas saturadas, azúcares añadidos, bebidas azucaradas, botanas, dulces y postres fueron consumidos en un promedio mayor al 70 por ciento en los infantes.
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Mientras que el consumo de azúcares añadidos en los niños y las niñas de edades escolares tuvieron más del 90 por ciento de consumidores y fueron ingeridos aproximadamente cuatro días a la semana, una ingesta mayor a la que normalmente realizaban en las escuelas que era de dos a tres veces; así como, un incremento hasta del 17 por ciento en el consumo de refresco o bebidas azucaradas.
Hábitos que deben de atenderse de inmediato, la nutrióloga Perla Novelo, quien aseguró que, de mantenerse el consumo de este tipo de comida en los infantes, éstos pueden desarrollar obesidad, enfermedades crónicas, entre otros padecimientos, además de afectar a su rendimiento escolar, “este tipo de comida es atractiva por muchas razones para los niños que no siempre entienden las consecuencias de los hábitos alimentarios sobre su salud”.
La profesional de la salud, aseguró que la comida chatarra y los alimentos con alto contenido de azúcar agotan los niveles de energía y la capacidad de concentrarse durante largos períodos, lo que podría verse reflejado en el próximo regreso a clases, donde la concentración es indispensable para el rendimiento escolar.
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Además mencionó que el cambio de los hábitos alimenticios es normal ante el distanciamiento social, ya que fue resentido por los pequeños que se pasan todo el día en casa, por lo que recomendó a los padres de familia comprar más fruta y verdura, así como menos alimentos procesados, comida rápida e instantánea, ya que este tipo de comida puede llegar a ser adictiva para los menores por su alto contenido de calorías.
Aunado al incremento de consumo, la encuesta también reveló que los niños y adolescentes pasan un promedio de cuatro horas diarias frente al televisor, teléfono o celulares, jugando videojuegos o viendo vídeos, realizan menos actividad física, pocas actividades de relajación o lectura, comen y se desvelan más comparado con el periodo previo a la pandemia.
RM