Los propietarios de restaurantes, bares y establecimientos que consumen frutas y verduras se quejan del aumento de precios en productos agrícolas como cebolla, jitomate, limón y chile, entre otros.
El constante incremento de precios en productos básicos sigue afectando directamente la rentabilidad de los negocios gastronómicos. Los propietarios, acostumbrados a lidiar con fluctuaciones estacionales, se encuentran ahora ante una situación sin precedentes que pone en riesgo la viabilidad de sus establecimientos.
El precio de la cebolla, un ingrediente esencial en muchas recetas, se ha disparado en los últimos meses. Los propietarios reportan que el costo ha aumentado en un 30 por ciento en comparación con el año anterior, alcanzando los 50 pesos por kilogramo. Esta situación ha obligado a ajustes en los menús y, en algunos casos, a trasladar estos costos adicionales a los clientes mediante incrementos en los precios de los platillos.
El jitomate, otro elemento fundamental en la cocina, ha experimentado un aumento del 25 por ciento en su precio, llegando a los 38 pesos por kilogramo. Los propietarios de pizzerías y restaurantes especializados en platillos italianos se ven especialmente afectados, ya que el jitomate es un componente clave en muchas de sus preparaciones.
La situación se agrava con la escalada de precios en limones y chiles, ingredientes esenciales en la cocina mexicana. El alza en el costo del limón ha llevado a una reevaluación de recetas y a la búsqueda de alternativas más económicas, como el limón líquido, dado que el kilogramo ronda los 80 pesos. Por su parte, el aumento en el precio del chile ha llevado a algunos establecimientos a replantear sus estrategias de abastecimiento y a explorar opciones de proveedores más accesibles, ya que el kilogramo de picante ronda los 115 pesos.
El sector, consciente de la necesidad de encontrar soluciones, busca colaborar con productores agrícolas y establecer acuerdos a largo plazo que brinden estabilidad en el suministro y precios más predecibles. Sin embargo, la complejidad de la cadena de suministro y factores externos como el clima y la disponibilidad de mano de obra hacen que encontrar soluciones a corto plazo sea un desafío.
En este contexto, los propietarios de restaurantes y bares se enfrentan a la difícil tarea de equilibrar la calidad de sus ofertas con la necesidad de mantener precios atractivos para los clientes. Mientras tanto, el sector espera con cautela señales de estabilización en los precios de los productos agrícolas que permitan recuperar la rentabilidad y garantizar la continuidad de estos negocios.
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