El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dio a conocer que se iniciaron los trabajos para darle mantenimiento y reparar el Fuerte de San Felipe de Bacalar, cuya estructura se vio debilitada y dañada como consecuencia de las precipitaciones acontecidas en la región.
En fechas recientes, el Centro INAH Quintana Roo activó el protocolo para la aplicación del seguro institucional para monumentos históricos que son propiedad de la nación para restaurar el inmueble situado cerca de la laguna de Bacalar.
Después de los trámites correspondientes, se comenzó la restauración de un tramo de 50 metros cúbicos de la muralla del foso perimetral.
“En los últimos años, el INAH ha atendido afectaciones causadas por condiciones ambientales y climatológicas en otras edificaciones históricas, como el Templo del Niño Jesús, en Tihosuco; el Templo de Nuestra Señora de Guadalupe, en X-Cabil; y la Capilla de San Juan Bautista, en X-Querol; así como dos templos en Sacalaca y Sabán, mediante el Programa de Empleo Temporal”, dijo el director del Centro INAH Quintana Roo, Margarito Molina Rendón.
El área en proceso de restauración se trata de dos tramos contiguos que suman cinco metros lineales y 50 metros cúbicos.
Para las tareas, los especialistas emplean morteros, elaborados con cal en pasta y polvo de piedra, con el objetivo de evitar el uso de cemento, debido a que al integrarse a la mampostería esto ocasiona que en corto tiempo la humedad se acumule al interior de los muros y pueda generar daños mayores.
Según Molina Rendón, los principales causantes de daños por siniestros en el patrimonio histórico, en la entidad, son a menudo por humedad, lluvias, huracanes y escurrimientos de agua.
“El Fuerte de Bacalar, como se le conoce, es uno de los inmuebles más significativos de la arquitectura histórica y el patrimonio de la entidad. Ubicado a orillas de la laguna de los Siete Colores, fue construido en 1733, a instancias del gobernador de la entonces Capitanía General de Yucatán, Antonio de Figueroa y Silva Lazo de la Vega, con el objetivo de controlar el avance de los asentamientos ingleses en la frontera sur novohispana”, relató el INAH en su informe.
A pesar de que los inmuebles históricos de Quintana Roo se ven sometidos a una presión constante por los deterioros naturales, condiciones ambientales y climatológicas de la zona, Molina Rendón aseguró que se continuará brindándoles atención, tal como al Fuerte de Bacalar, edificio que se convirtió en un ícono turístico de la región a partir de los años 70.