Por el Colectivo Prof. Pánfilo Novelo MartínRetos y prioridades del Pueblo Maya
Saludamos con debido respeto a las nuevas Autoridades.
Consideramos oportuno iniciar este escrito recordando que uno de los primeros contactos en tierra firme entre castellanos y mayas de la península de Yucatán, fue el que tuvo lugar en el puerto de Champotón (Campeche) en 1517, cuando la población local, encabezada por Moch Cohuó, su gobernante, resistió con éxito el intento de invasión española dirigida entonces por Francisco Hernández de Córdoba.
En sus apuntes, el Colectivo Prof. Pánfilo Novelo Martín rememoró el año pasado, a propósito de tal acontecimiento, el Quinto centenario de las luchas de resistencia del pueblo maya contra quinientos años de colonización española (1517-2017). Hoy, 12 de octubre de 2018, refrendamos nuestra postura ante aquel hecho histórico y reiteramos que dicha situación de coloniaje sigue sin resolverse a fondo. Si bien es cierto que las instituciones coloniales se han venido transformando en los dos siglos recientes, éstas no han superado su carácter colonial.
Como todos y todas saben, en México, a partir de las recientes elecciones se viene hablando de una Cuarta Transformación del país, y la sociedad entera está a la expectativa desde sus particulares intereses de clase o grupo. Por su parte, los pueblos originarios ven en esta propuesta del Presidente Electo, el Lic. Andrés Manuel López Obrador, una nueva coyuntura, una nueva oportunidad para mejorar nuestras condiciones de vida como individuos, como ciudadanos, pero sobre todo como pueblos agraviados y marginados históricamente del proyecto nacional. Pues es una realidad que las tres grandes transformaciones que marcan de manera relevante la historia de México -el movimiento de Independencia, la Reforma y la Revolución de 1910- no obstante a la participación de los pueblos indígenas, éstos han sido sistemáticamente excluidos del Estado y del Gobierno, situación de discriminación que aún prevalece.
A nuestro modesto entender, esto se debe a que dichos cambios o transformaciones las han venido impulsando los sectores sociales no indígenas (criollos y mestizos) en función de sus particulares intereses, teniendo todo tiempo como paradigma el modelo de desarrollo de los países hegemónicos occidentales. Algunos estudiosos denominan colonialismo interno a esta situación social que aún prevalece en México y en otros países con antecedente colonial. Otros le llaman neoliberalismo para no decir neocolonialismo. El nombre es lo de menos, lo cierto es que el capitalismo que se practica en este país ha traído más inequidades que bienestar a la gran mayoría de la población. Y esta gran mayoría ha expresado en las recientes elecciones su voluntad política de transformar dichas injusticias en bienestar para todos, y exigimos que los pueblos originarios no sean excluidos nunca más.
Si se reflexiona esto que decimos desde la realidad actual del estado de Yucatán, una entidad donde más del cincuenta por ciento de la población es maya, resulta fácil darnos cuenta que, efectivamente, dicha población sigue siendo excluida y marginada como en la época colonial. Por ejemplo: ¿Cuántos hombres y mujeres mayas están ocupando puestos públicos en el nuevo gobierno? ¿Cuántos en los ayuntamientos? Se presume que se ha logrado equidad de género en la designación de los nuevos (as) funcionarios (as) estatales, aplaudimos este avance, pero hace falta que la mitad de esas afortunadas mujeres yucatecas sean mayas. ¿Acaso esta exclusión no es un hecho de racismo? ¿Por qué quinientos años después las y los indígenas siguen siendo ninguneados?
De poco sirven los derechos de los pueblos indígenas reconocidos en la Constitución y demás leyes federales y estatales. El artículo dos de la Carta Magna dispone desde hace casi dos décadas “Elegir, en los municipios con población indígena, representantes ante los ayuntamientos”. ¿En cuántos municipios se ha dado cumplimiento a este precepto constitucional?
Los que gobiernan piensan que esto no es necesario porque “todos somos iguales…” claro, cuando así conviene, pero a la hora de repartir los cargos de representación política y de asignar los presupuestos de los planes y programas gubernamentales, entonces ya no somos tan iguales, aparecen las desigualdades; los grupos gobernantes van dando prioridad a las elites y a los sectores sociales dominantes de las grandes ciudades y cabeceras municipales, y al final, lo que quede de dichos presupuesto$ se asigna a las comunidades indígenas y colonias marginales, sin que éstas tengan la posibilidad de reclamar, porque nadie los representa genuinamente en las instituciones y órganos de gobierno. Y así se ha venido profundizando dichas desigualdades, por supuesto que no sólo en Yucatán sino en casi todo el mundo. Una desigualdad donde los sectores marginados que son la gran mayoría, se empobrecen cada día más, con su secuela de injusticias sociales. Se vale enfatizar: algunos analistas señalan que esto sucede debido principalmente al sistema social liberal y capitalista que predomina en el mundo. Nosotros pensamos que, si esto es así, finalmente dicho modelo es una creación humana y creemos honestamente que la propia humanidad puede y debe transformarlo en aras del bienestar del mundo entero.
Por decisión histórica, los mexicanos han emprendido la Cuarta transformación del país; un renovado proyecto nacional fundado en los principios de paz con justicia, respeto y solidaridad, sin violencia, pero sin corrupción ni impunidad; con absoluto respeto a los derechos humanos, como lo ha declarado reiteradamente el virtual Presidente, en congruencia con los sentimientos y demandas de la Nación.
Es obvio que se trata de un reto muy complejo, y que todos los mexicanos y mexicanas de buena fe debemos aportar nuestra colaboración. Todos y todas tenemos que aprender a pensar y a trabajar por el bien común, por el bien de México, sin perder de vista en ningún momento el proyecto de democracia que abandera el Lic. Andrés Manuel López Obrador, pero sin renunciar al derecho de opinión y a la crítica constructiva para corregir el rumbo cada vez que el timonel lo requiera. Habremos de llegar a buen puerto, porque el gran reto de la Cuarta transformación es profundizar nuestra democracia, entendida ésta como un estilo de vida que debe permear a las instituciones de manera integral y transversal y a todos los ámbitos de la vida social. Una democracia real, sin excluidos.
Como ya se ha dicho arriba, los pueblos indígenas ven en la Cuarta transformación, la gran oportunidad de ser incluidos formalmente; es decir, como sujetos de derecho público. Lo cual implica el reconocimiento constitucional de sus derechos humanos colectivos. Porque sin éstos, no estarían en condiciones políticas de ejercer sus demás derechos humanos fundamentales. El Estado mexicano ha venido avanzando en este complejo proceso a partir de que se reformó el Artículo Cuarto Constitucional en 1992 para reconocer el carácter pluricultural de la nación sustentado originalmente en los pueblos indígenas. (Diario Oficial de la Federación: 28 de enero de 1992. -Es oportuno recordar que esta primera reforma indígena vino a marcar un cambio de postura ideológica y política ante dichos pueblos, en ocasión del V Centenario del Encuentro de dos Mundos- así dijeron en su momento). Pero casi tres décadas después de esta primera reforma a favor de la población indígena, el Estado sigue sin garantizar la inclusión efectiva de los pueblos originarios. Ante esta situación de exclusión, los referidos pueblos siguen sosteniendo como principal demanda: garantías constitucionales para su acceso efectivo a la jurisdicción del Estado como sujetos colectivos de derecho. Es obvio que estamos hablando de un marco normativo que garantice el ejercicio pleno de sus derechos de libre determinación sin menoscabo de la unidad nacional.
Un nuevo marco jurídico que a su vez los provea de los mecanismos institucionales y recursos presupuestales que les permita fortalecer sus propias organizaciones y participar de manera efectiva en la toma de decisiones en los tres niveles de Gobierno, con miras a transformar su situación de marginación en condiciones de vida dignas, y de seguir contribuyendo al desarrollo del país. En este sentido, los pueblos indígenas exigen un nuevo trato, una nueva relación con el Estado y con la otra sociedad; un trato justo y de respeto mutuo; una nueva relación de equidad y colaboración. Todos los hombres somos hermanos (ha sentenciado M. Gandhi) In láak’ech (Tú eres mi otro yo, mi herman@, dice el Ajk’in Valerio Canché). Principios y valores fundamentales en la transformación social que ya hemos emprendido.
La segunda demanda fundamental del pueblo maya, y de los pueblos indígenas del país, una vieja demanda, pero cada día más urgente, es la necesidad de una educación que garantice el derecho a la diversidad lingüística y cultural, el derecho a la no discriminación: una educación multilingüe e intercultural; incluso para toda la población nacional.
Una primera aproximación diagnóstica nos muestra que la educación que aún se imparte a la comunidad maya erosiona su identidad lingüística y cultural, lástima y ofende su dignidad, lo discrimina y excluye, reproduce su condición de pobreza y le impide desarrollar sus propias potencialidades y poder acceder con equidad a las oportunidades que la otra sociedad tiene. Los pueblos y comunidades indígenas han venido exigiendo se incluyan sus conocimientos en los planes y programas escolares. La Secretaría de Educación ha hecho muy poco en este aspecto. En las aulas predominan el castellano y el inglés. Aún persiste en las instituciones escolares, y en la sociedad misma, fuerte discriminación en contra de las lenguas y culturas indígenas.
Entendemos que No se puede transformar una sociedad en otra más democrática, sin una educación que garantice la distribución equitativa de conocimientos pertinentes y congruentes con la rica diversidad cultural que caracteriza nuestro país. Por ello, la segunda prioridad del pueblo maya, y de los pueblos indígenas del país, es la necesidad de una política educativa y cultural que les permita actualizar su memoria histórica, fortalecer su patrimonio e identidad lingüística y cultural, restituir su autoestima y trascender su histórica situación de subordinación. Una educación que les permita asumir plenamente la cultura nacional –mejor dicho, las culturas nacionales- y adquirir los conocimientos suficientes para desempeñarse con eficiencia y eficacia en un mundo multicultural en permanente interrelación y cambio.
Los indígenas también queremos y podemos ser ciudadanos universales, queremos acceder a la ciencia y la tecnología, actualizar nuestras identidades originales para liberar las potencialidades para liberar las potencialidades culturales de nuestros pueblos. Por ello exigimos una educación intercultural y multilingüe para todos los niños y jóvenes de Yucatán y del país. Exigimos cobertura total. Universidad para todos y todas. Becas para todos y todas.
Agradecemos al Diario de la Dignidad, Identidad y Soberanía, el Por Esto!, la oportunidad de hacer llegar a la opinión pública las presentes consideraciones, pues a fin de cuentas la viabilidad de estas propuestas no sólo depende de la población indígena sino de la sociedad en su conjunto por ser un asunto de interés nacional. Sin embargo, reiteramos que lo que más anhelamos en la Cuarta Transformación es que el Estado mexicano garantice la inclusión y participación de los pueblos originarios en el perfeccionamiento de nuestro régimen democrático, pensando en el bien común.
PD. Algunas organizaciones indígenas del país están proponiendo a nivel federal la creación de una Secretaría de los Pueblos Indígenas; nos sumamos a esta propuesta. Sin embargo, para el estado de Yucatán se observa la necesidad de una Coordinación General para el desarrollo integral del pueblo maya, cuya función principal sería impulsar juntamente con las comunidades, políticas públicas con una orientación integral y transversal, coordinando las acciones de los tres niveles de Gobierno, en materia indígena.
Mérida, Yucatán, 11 de octubre de 2018.
Respetuosamente: El Colectivo “Prof. Pánfilo Novelo Martín”, Impulsores del pueblo maya: Nicolás de Jesús Parra Moreno (Coordinador), Bartolomé Alonzo Caamal, Santiago Arellano Tuz, Valerio Canché Yah, José Antonio Cutz Medina.
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