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Yucatán

Yucatán Insólito

Roldán Peniche Barrera

Durante el siglo XX, 4 Gobernadores de Yucatán tuvieron sobrenombres mayas

El yucateco es muy dado a sobrenombrar a sus autoridades con apodos graciosos. Sin embargo, en el siglo XX (siglo pasado) solamente a cuatro gobernadores les impusieron sobrenombres y estos apodos fueron todos mayas, a veces, resultando hibridismos por la conjunción de un vocablo maya y otro castellano.

H-Pil

El primero que se nos viene a la mente es el mártir Felipe Carrillo Puerto, quien, según los viejos textos de historia y los recuerdos de aquellos de sus contemporáneos, el mandatario gustaba ser llamado simplemente “Felipe”, eliminando el “don” o lo de “gobernador”. Pero algunos de plano le decían H-Pil (que no X-Pil, que es el femenino) y dicen que lo aceptaba de muy buen humor.

Box-Pato

De 1930 al 34 gobernó el profesor Bartolomé García Correa, al que el pueblo apodaba “Box-Pato” (claro, a escondidas) que deviene un hibridismo de “box”, negro, y el sustantivo “pato”: “Pato Negro”. No nos sorprende lo de “negro” porque el hombre era oscuro de piel y acaso tendría ascendencia negroide pues su cabello era crespo y sus facciones muy obvias. Ahora bien, siempre nos hemos preguntado por lo de “pato”, pues para nada, físicamente, Bartolo se parecía a un pato aunque no sabemos si caminaba como tal.

Pich

Humberto Canto Echeverría fue gobernador de 1938 a 1942 y le apodaban el “Pich” Canto. “Pich” es el nombre maya del “tordo cantor, de color negro, que abunda en Yucatán… el pico es negro y termina en punta” (Güémez Pineda). Nosotros no conocimos a dicho gobernador pero nos explicaba alguien, que sí lo trató, que era de piel oscura y sus ojos poseían ese movimiento rápido del mencionado pájaro.

Chenp’o’

Sobrenombre de Víctor Mena Palomo (1953-1958), desde luego por su ropa, que siempre lucía arrugada, sin planchar. Fue el último que tuvo un apodo maya.

HUELGAS Y MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES

(1696-1968)

Hansel Ortiz Betancourt

Motín estudiantil de 1696

Real y Pontificia Universidad de México. Fundada en México por cédula real emitida por Carlos I; el 3 de junio el año de 1553, dando fe de ello el notario Esteban del Portillo, en presencia del visorrey don Luis de Velasco y de la Real Audiencia. En la época de la revuelta era virrey interino el obispo de Michoacán; Juan de Ortega y Montañez, y Rector de dicha instancia educativa el señor Diego de la Veguenilla Chávez.

En el mercado del Baratillo, (pequeños comercios ubicados en la Plaza Mayor lugar en donde se venden cosas usadas); el día 27 del mes de marzo de 1696, un grupo de jóvenes rescató de las manos de los alguaciles a un estudiante. El choque con la policía adquirió serias proporciones. La gente que estaba en el mercado ayudó a rescatar al presunto estudiante. En el tumulto y desatadas la virulencia de las acciones, sucedió que además de la liberación del detenido, la multitud enardecida procedió a quemar la picota, (Columna, generalmente situada a la entrada de los pueblos, que se utilizaba para exponer los reos a la vergüenza pública, y las cabezas de los ajusticiados para que sirviesen de escarmiento), que estaba puesta frente al palacio virreinal, instrumento de tortura colocado con el propósito de causar terror a los baratilleros. El mismo día cesó el movimiento, pero el virrey mandó acuartelar a todas las fuerzas disponibles, incluidas todas las fuerzas de tropa y milicias. El resultado fue que en vez de una, el virrey hizo levantar tres picotas y emitió un bando en el que ordenaba “la pena de la vida no se hiciera plaza, ni en otro paraje alguno, baratillo, y que se tuviere para tal en pasando, el concurso de “tres a cuatro personas”, y que se compensarían todo lo que se vendiesen. El día seis de abril en el claustro universitario se dio a conocer un mensaje del virrey en el que se ordenaba no se matriculara ni se aprobara curso ni se le confiriese grado alguno a los que anduvieran con guedeja (cabello largo) y “profanamente vestidos”, así como la total exclusión de los que no fueran españoles ya que eran quienes turbaban la paz y la visión de las universidades. Se quejaba también que los estudiantes impedían el cumplimiento de la justicia y “que han pasado a perder el respeto a los señores alcaldes de esta corte”.

(Concluirá mañana)

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