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Yucatán

La tumba de Felipe Trejo, un teniente retirado que vivió en Mérida durante la Guerra de Independencia, está perdida. Nadie sabe qué hizo en vida esa persona ni a qué edad falleció ni qué ocurrió con sus descendientes, de modo que el único dato que lo hizo entrar a los libros de historia fue el hecho de haber sido el primer yucateco enterrado en el Cementerio General de Mérida el 6 de noviembre de 1821.

El cronista lleva años buscándolo. Desde que hace unos años supo que había sido el primer muerto enterrado en el Cementerio General siempre ha ido recorriendo los caminos más antiguos del terreno y nada, no ha logrado dar con su tumba. Claro, han pasado 197 años desde su sepelio e inhumación.

Hay quienes han escrito y publicado que el Cementerio General de Mérida “acabó” con la tradición de sepultar a las personas en las iglesias, además de que fue el primer camposanto en forma de Yucatán, pero sólo lo han hecho por la flojera mental de indagar.

El Cementerio General de Mérida cumplirá el 3 de noviembre próximo 197 años de haber sido inaugurado, pero no fue el primer camposanto en forma. Y hay quienes sostienen incluso que la hacienda ganadera de X´Coholté se convirtió en cementerio por un decreto del Rey Carlos III de España, pero obvian el dato de que ese monarca falleció en 1788, o sea, 33 años antes, tiempo que, en los siglos XVIII y XIX, habría sido “toda una eternidad”.

El Parque de Santa Lucía

Lo que hizo Carlos III fue decretar que ya no se utilicen las iglesias para sepultar a los difuntos, pero evidentemente aquí esto llegó tarde, durante el gobierno del Brigadier Lucas de Gálvez. A pesar de que en lo que hoy es el Parque de Santa Lucía se convirtió en el primer camposanto de Mérida, las parroquias siguieron usándose para tales fines. La mismísima Catedral de Mérida lo confirma con tumbas de fechas posteriores a esos años.

Un documento de la Dirección de Servicios Públicos Municipales hecho llegar al cronista por el subdirector Arturo Antuña, da cuenta de lo siguiente: “El Panteo?n General es el de ma?s antigu?edad, inaugurado el 03 de noviembre del an?o 1821 en lo que fue la Hacienda San Antonio X-Coholte? (Bu?ho)”.

Añade que “la primera inhumacio?n en X-Coholte? se efectuo? el martes 6 de noviembre de 1821, tres di?as despue?s de la inauguracio?n. Se registro? en el libro nu?mero 12 de defunciones del archivo del Sagrario de la Catedral de Me?rida, siendo don Felipe Trejo, Teniente retirado de esta ciudad, el primer hue?sped del nuevo campo santo”.

En el 2011, con motivo de los 190 años del panteón, el investigador Limbergh Herrera Balam publicó “El Cementerio General de Mérida, sus voces y su historia”, y ahí señaló que quien dio cumplimiento a los decretos de Carlos III fue Benito Pérez de Valdelomar. Fue el 1 de noviembre de 1813 cuando las Cortes de Cádiz insistieron en la prohibición de la inhumación dentro de los poblados, como consecuencia de los avances de la medicina y de la ciencia.

Probablemente por los procesos independendistas es que se tardaron en inaugurar el nuevo cementerio a pesar de que el Cabildo meridano, el 12 de julio de 1814, determinó el sitio de su construcción. De hecho, el arquitecto Santiago Servian realizó los planos y se le pagó por dichos trabajos 18 días después de que los elaboró.

Los últimos propietarios

Los últimos propietarios de X-Coholté antes de que fuera convertido en camposanto fueron Joaquín de Lara y de la Cámara, fallecido en mayo de 1819, y su viuda María de la Luz Cepeda y de la Cámara.

El cementerio se inauguró el 3 de enero de 1821. Lo bendijo el obispo Pedro Joaquín Estévez y Ugarte. El gobernador era Juan María Echeverri, último del régimen colonial.

Herrera Balam indica que el teniente Felipe Trejo se casó con Bárbara Solís y nada más. Nada ni nadie ubica el sitio donde fue abierta la primera tumba. Muy probablemente se perdió ante la desesperación de los yucatecos en 1833 cuando una gran epidemia de cólera morbus obligó a la apertura de fosas comunes en ese sitio.

Sitio de valor histórico

A lo largo de casi 200 años, el Cementerio General ha adquirido un gran valor histo?rico y arquitecto?nico. Ahí está el muro que sirvió de paredo?n donde fusilaron a Felipe Carrillo Puerto, así como la Rotonda de los Hombres Ilustres.

Otros puntos históricos son el osario hecho para Alma Reed, escritora e investigadora estadounidense de la que Carrillo Puerto se enamoró. Tambie?n se encuentra el Mausoleo de los Trovadores, donde descansan los personajes que dieron realce a la cancio?n yucateca, en el centro de dicho mausoleo se muestra un mural de Rómulo Rozo.

Y, como parte de la influencia europea, se pueden apreciar mausoleos que muestran elementos derivados del panteo?n romano y elementos de estilo griego.

(Rafael Gómez Chi)

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