Pilar Faller Menéndez ¿Existe una crisis de valores?, probablemente existe, y es un hecho que han sufrido modificaciones, y los actos y pensamientos que hace algunos años eran considerados y reconocidos como valores, el día de hoy han sido sustituidos por otros. Según el diccionario Larousse, un valor es la subsistencia y firmeza por un acto.
Para poder tener más claro el panorama sobre esta mutación que vive nuestra sociedad habría que observar qué es en estos momentos lo que consideramos más preciado. Por poner un ejemplo, el honor y la honestidad fueron valores que la mayoría reconocía y apreciaba, como resultado era una conducta que se apoyaba porque el grupo de referencia “valoraba y afirmaba” dicho comportamiento y forma de vida.
Esta misma sociedad que reconoce, comparte y establece sus valores, hoy es apática ante la pérdida o transformación de los mismos. Con esto, como dijo Enrique Vilades en un artículo que hace algunos años publicó, pero que sigue vigente, “los valores no han desaparecido, se han transformado.” Y ejemplificado burdamente, sería algo así como desconocer la valía del oro, y otorgarle la misma a la arena. Hemos empezado a ver normal e incluso a otorgarles reconocimiento a actos que en otros tiempos considerábamos reprobables, faltos de ética y honestidad.
El ejemplo y la consistencia son agentes educadores muy eficientes, no basta predicar “lo que debe ser” si no se practica y refuerza. Es muy probable que los valores se estén transformando porque los valores “antiguos” carecen de una relación entre la teoría y la práctica: son deshonestos. El estilo de vida que pareciera imperar es individualista, el bien común pareciera una práctica utópica o destinada a organizaciones altruistas.
Según la teoría de la pirámide de Maslow, primero el ser humano busca la satisfacción de sus necesidades primarias: Alimento, vestido, habitación... y conforme se van satisfaciendo las mismas, empieza una necesidad social que culmina con las necesidades de autorrealización. En lo que se refiere a las necesidades sociales, Maslow plantea afecto, pertenencia y amistad, son las cuales en las que se busca una aceptación social y pertenencia y referencia hacia un grupo. En este punto podríamos plantearnos si esta sociedad premia o acepta comportamientos que no consideramos valores, y que tampoco tenemos el valor de rechazar o señalar.
Al señalar los comportamientos que no aprobamos, generalmente recurrimos al “chisme” o “rumor”, porque como es “lógico” no queremos vernos involucrados en situaciones que no van a reportarnos ninguna ganancia o bien personal. Es aquí cuando debiéramos aplicar aquella frase que dice “Los amigos se hieren con la verdad para no destruirse con las mentiras”. El pertenecer a un grupo conlleva a ciertas responsabilidades hacia el mismo, y probablemente las estructuras actuales son algo laxas y permisivas.
Si queremos que nuestra sociedad retome los valores que alguna vez estuvieron vigentes, tenemos que empezar a cuidar y fomentar los mismos, tenemos que mantener la congruencia, a pesar de que en muchas ocasiones implicará sacrificar nuestro bien individual por un bien común, y recordar que un valor es absoluto y no relativo. Empecemos por definir nuestra postura ante lo que queremos ser, para poder heredarles oro y no arena a las siguientes generaciones.