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Rafael Mis Cobá

El T’alkú de la Tía Juana

La tía Juanita acudió desde ayer al mercado de su pueblo para comprar las hojas de plátano, masa, achiote y demás ingredientes que utilizará para preparar mañana sus ricos pibes que vuelven “sataol” al tío Chupi.

A su vez, el hombre de la curvilínea mestiza, también acostumbrado a satisfacer las necesidades de su amada, desde muy temprano salió al monte en busca de la leña que meterá al hueco ardiente para cocer el enorme tamal.

El sobrino cabezón tampoco podía faltar a tan especial celebración y desde ayer viajó a Chikindzonot para convivir con su tiíta linda y disfrutar del manjar que se ofrendará en el día del Hanal Pixán.

Al travieso sujeto le llamó la atención que su “t’int’inkí” pariente estaba comprando de más, lo que sin duda significaba que en esta ocasión habría más invitados.

—¿Tía Juana, acaso vas a invitar al gobernador Vila con algún pib?

—“Mejenkisín”, mi adorado Mau sólo come tortas de Subway, acuérdate que el sábado pasado sólo recorrió una tercera parte de los altares instalados en la Plaza Grande.

—Tía, es que tenía prisa, iba a preparar sus maletas para viajar a la Feria Internacional de La Habana.

—“Uay” sobrino, ya me había asustado, pensé que tan pronto se estaba convirtiendo en un góber fifí y no quería saludar al pueblo, a las masas, al populacho…

—Entonces, tía, dime para qué harás más pibes, ¿acaso son para Renán?

—“Mejenkisín”, el alcalde está de viaje, no te enteraste que se fue a Chile.

—Pero ya regresó tía, dicen que no le sentó bien estar en Chile y por eso está de vuelta ya.

—De todas maneras, sobrino, los pibes de más que haré no son para él.

—¿Y para quién, mesticita linda?

—¡Para Maradona sobrino!, Ma-ra-do-na.

—¡El pibe de Argentina!

—¡Sí, sobrinín, viene el viernes a Mérida como director técnico de los Dorados de Sinaloa y se enfrentará en el Iturralde contra nuestros Venados.

—¡Tíaaaa, pibes para el pibe!

—Sí, “mejenkisín”, pero no será en plural sobrino, no le daré varios pibes, sino uno solo, acuérdate que está a dieta.

—“Uay”, tía, tienes razón, Dieguito tiene que cuidar la línea. No lo vayas a embutir más de masa y manteca.

—Sobrino, creo que le tendré que hacer un pib light.

—O de espelón nada más.

—Sobrino, puede ser de camarones o de queso de bola.

—¡No tía!, por favor, no cambies la receta como lo han empezado a hacer en algunos lugares.

—Te gusta lo original sobrino.

—Como debe ser, tía, no me gusta romper el tradicional arte culinario.

—Sobrino, pero en algunos restaurantes ya ofrecen pibes con esos ingredientes.

—Pues iré con la presidenta de la Canirac a reclamarle.

—¡No te metas con Alejandrita, sobrino, es de armas tomar!

—¿Por qué lo dices?

—Sobrino, la semana pasada, en una conferencia de prensa, de su boquita salieron palabras fuertes.

—¿Qué dijo Ale?

—Que estaba ¡hasta la madre de los abusos de la CFE!

—“Uay”, pero tiene razón, tía.

—Sí, la guapa dirigente asegura que varios restauranteros hasta préstamos han solicitado para pagar las elevadas facturaciones de consumo.

—Tú eres suertuda, tía.

—¿Por qué sobrino?

—Porque no utilizas gas ni parrillas eléctricas para cocinar.

—Eso sí sobrino, todo lo cuezo en mi fogón.

—Presumida, porque el tío te surte de leña a todas horas.

—Sobrino, sabes que tu tío es cumplidor.

—Sé que el tío te ayuda hasta a cocinar el pib.

—En todo sobrino, en todo. Amolda la masa, prepara el hueco, mete la leña, lo deja ardiente y, ¡zaz!, lo entierra.

Ante tan detallado proceso para enterrar el placentero manjar, el sobrino quedó paralizado, mudo, con los ojos saltados y haciéndose agua la boca.

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