Eliseo Martín Burgos
La bailarina rusa Anna Pávlova fue siempre tan bella, como si fuera el primer día, hasta que falleció a los cuarenta y seis años; en el teatro, en cualquier lugar no distinguían diferencias entre los primeros tiempos, entre Pávlova veinticinco años después.
Contaba el director de una escuela de baile, que algunas veces las madres que llevaban a inscribir a sus hijas les daban sólo esta razón:
-¡Es que ha visto bailar a Pávlova!
Antología del Chascarrillo
Segunda Epoca