Yucatán

'Dejarse” por descuidar la salud, la vestimenta, etcétera”

Roldán Peniche Barrera

Yucatán Insólito

Hemos empleado tal verbo por tantos años en Yucatán que lo llegamos a considerar “yucatequismo”. Lo decíamos de la persona que ya no cuidaba de sí misma, de su salud, de su cultura, de su vestimenta.

Sin embargo, ya el DRAE lo registra de la siguiente forma:

Dejarse v. prnl. Abandonarse, descuidarse alguien en sus actos, obligaciones o aspecto.

El Dr. Güémez recoge el susodicho verbo en esta manera:

Dejar 3 v. prnl. Dejarse, abandonarse a las circunstancias o factores adversos.

Pero más adelante nos da, con muy buenas razones, la acepción de:

Dejado adj. 1 Indolente, descuidado de su persona y de todo lo que le concierne; mal vestido, desaliñado, desarreglado.

No lo toma en cuenta Rodríguez Cimé:

Ejemplo:

Asoma una mañana por el Moncho’s el Dr. Gorgojo pésimamente vestido, sucio, sin rasurarse lo menos por una semana, apestoso a orines y con una alitosis de marca mayor. Se sienta y pide un café al Máikel que lo mira con asco y sacando la lengua varias veces como tratando de vomitar.

Lo llama el Yorch y le pregunta al mesero: Oye Máikel ¿qué le pasa al matasanos? Parece un vagabundo. Y le apesta el aliento.

-Es que -responde el mesero entre pujidos como queriendo trasbocar-

…le p-p-p-p- idió matrimonio… a la Xlá-Fina… y… ¡ugh, ugh! Y lo… mandaroooon por… un tubo. Y es que stá muy “dejao”… ¡up! ¡up!

-¡Dejadísimo! -concluye el Yorch ya con ganas de devolver.

Una industria yucateca lamentablemente cerrada hace unos años

Yucatán, durante los siglos XIX y XX, tuvo sus propias industrias y comercios que dejaron huella en la economía regional de aquellas épocas, comenzando con la industria henequenera.

Pero además, contábamos con nuestros bancos, fábricas de fósforos y cigarrillos, cervecerías, notarías, farmacias, sastrerías a la moda, imprentas y todo lo que quiera Ud. imaginar.

A partir de 1888, surge la Compañía Embotelladora de Sidra Pino D., S.A., fabricante de la exquisita y famosa Sidra Pino, cuyo local conocimos en el barrio de Santiago. Conocimos también (aunque “de vista”, como decimos en la península) a dos de los propietarios del negocio, D. Víctor Pino Domínguez y D. Luis F. Pino Domínguez, Vice-Presidente el primero y Gerente General el segundo. Ya eran personas grandes entonces. La familia Pino, además de destacar como empresarios, gustaban de los espectáculos y durante la segunda mitad del siglo pasado contrataron y trajeron a populares artistas de la farándula de la capital del país para disfrute del pueblo yucateco.

Parece que los Sres. Pino vendieron el negocio y, posteriormente, los nuevos propietarios cerraron la embotelladora, industria centenaria y orgullo de Yucatán. Lástima grande.

Acompañamos esta información con un anuncio, aparecido en la prensa, en el cual la Sidra Pino felicita a la Compañía Embotelladora del Sureste, S.A. con motivo de la inauguración de su nueva planta embotelladora. El réclame apareció el 21 de abril de 1961, esto es, hace casi 60 años, lo que ya es mucho decir.