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Yucatán

Yucatán renacentista

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Por Lorenzo Salas González

En la selva yucateca se encuentran los nidos de la creación más pura y santa. En los montes de Dzidzilché un gambusino explora y halla el oro de los árboles, las venas de sus ramas, los tapetes de sus hojas, expuesto el conjunto a los lectores del POR ESTO! por el reportero Luis Díaz Pérez, quien en su nota “Pasión y amor por la madera”, publicada en este medio la semana anterior, resucita a los Aluxes y los pone a dirigir la fiesta de la creación.

Los párrafos, como lajas cortadas del mármol de Carrara, fueron encendiendo episodios tomados de la biografía de Miguel Angel Buonarroti y dibujaron en las blancas planas escenas de la Roma renacentista que confirmaban que, efectivamente, México está entrando a un Renacimiento de la mano de Andrés Manuel López Obrador, artesano, artífice, artista conductor firme y seguro, sensible y recio, que lleva en la otra mano la lámpara de Diógenes, siempre en busca de un hombre con la valentía suficiente para lograr la Cuarta Transformación, junto con todo un Pueblo que con decisión inició el cambio de rumbo hacia la Consagración de la Primavera, hacia el rojo amanecer que alumbrará la justicia, la democracia, la libertad, la verdad, y la dignidad.

Los fragmentos recordados de la “Agonía y éxtasis” se parecen demasiado a lo vivido por Miguel Angel Buonarroti. Por ejemplo, cuando este veía una plancha de piedra, decía ver una figura humana, o varias, como sucedió cuando trabajó para Lorenzo de Medici y luego para su familia.

Cuando un discípulo le preguntó a Miguel Angel si era difícil hacer esculturas, su maestro le respondió: “No, sólo tienes que eliminar lo que sobra y te queda la figura que hay adentro”.

Es extraordinario cuando José Luis nos cuenta que “Jorge Luis Tzuc Huchin, su esposa María Guadalupe Millán Hernández y su amigo y socio Joaquín Augusto Arjona Hernández, descubrieron sus cualidades convirtiendo los troncos y pedazos de madera que se encuentran en predios deforestados por grandes empresas, en verdaderas obras de arte, dándoles vida útil, sin causar daño alguno a la naturaleza y al medio ambiente que aman, respetan y cuidan porque no utilizan materiales o maquinaria que los dañe, es decir, no tienen que cortar árboles para realizar estas maravillas”.

Reflexione el lector sobre estas palabras que son de la gente de Dzidzilché, hasta lograr ver la Roma renacentista, sus bosques, sus cerros llenos de piedras, dispuestas a ser convertidas en arte por las manos mágicas de Buonarroti o, en nuestro caso, por quienes saben ver en el monte figuras humanas en vez de árboles secos, cortados sin piedad por los seres utilitarios que buscan la vida en la muerte, en los cuerpos tendidos en la planicie yucateca, donde un enorme sarcófago es el cielo ardiente.

Dan ganas de decir que estas escenas narradas por José Luis nos muestran la belleza que nos espera si participamos todos, si intervenimos para esculpir una sociedad plena, en la que predominen la honestidad, la bondad, la fraternidad, porque eso somos todos; hermanos, que hemos sido separados por la maldad y la perversidad de los que se adueñaron de este país. Andrés Manuel la definió brevemente: la mafia.

Es necesario, es un imperativo volver a nacer. Vover a la grandeza del pasado, construir en el presente un futuro digno para dejarle a nuestros hijos. ¡Ya es hora!

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