Yucatán

Lorenzo Salas González

En el mundo de conveniencias, de valores entendidos, de complicidades y de respeto a quien supusieron que era el priista más astuto, más inteligente y al que había que hacer caso en sus indicaciones, sobresalió Carlos Salinas de Gortari, quien incluso hizo una gira por la mayoría de las entidades del país, en su plan de poderoso y jamás derrotado, porque en realidad su influencia abarcaba a más de dos partidos, el PRI y el PAN, a los que convirtió en uno solo: el PRIAN, fórmula que no fue aceptada por todos los militantes y dirigentes de ambos organismos.

En una de sus giras triunfales, Carlos Salinas fue entrevistado en el vecino Estado de Quintana Roo, donde le respondió a una reportera que le preguntó por su sonrisa, que ´ni con una cirugía le quitarían esa expresión del rostro. En su contexto, tenía aparentemente razón: Se robó la partida secreta, con un monto de 5 mil millones de pesos, vendió propiedades del Estado supuestamente para pagar la enorme deuda que le dejaron los expresidentes corruptos y dilapidadores, benefició s sus amigos cercanos con la venta barata de las empresas que quebraron a propósito, su hermano Enrique estuvo involucrdo en el narcotráfico sin que ninguna autoridadad lo investigara, no obstante su sospechosísimo asesinato (2004) y dejó en los bancos de Suiza la suma de 7.4 millones de dólares y sólo empezó a preocuparse por su situación hasta que su hermano Raúl empezó a pedirle una parte de la fortuna, a la que Carlos también sentía tener derecho.

Pues esta familia, como en Italia, era “la mafia que se adueñó del poder”, el cual compartía con todo aquel que aceptara sus órdenes sin chistar, no hablar del asunto, desmentir a quien intentara involucrar a la “sagrada familia” en asuntos turbios, pues su prestigio debía mantenerse impoluto. Esto explica porqué a una distancia de casi tres lustros no se sabe quién fue el que asfixió a Enrique.

Muy pronto se sabrá también quién es el verdadero asesino intelectual de Luis Donaldo Colosio Murrieta, amigo, compañero y casi hermano de Carlos Salinas, según su dicho.

En 1988 se hzo evidente la decadencia del PRI, que no pudo ganar en las urnas, por lo que requirió de los votos de los panistas en el Colegio Electoral (Cámara de Diputados) para derrotar a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y a Manuel Jesús Clouthier del Rincón, quien fue mandado a matar por Salinas vía un accidente en carretera, hecho que hizo que Cuauhtémoc desistiera de hacer una gran marcha de protesta por el fraude electoral que lo derrotó. Precisamente que no se hiciera esta manifestación que incluía la participación de cientos de vehícuos de motor y se callara Cuauhtémoc, demostraba que las formas de presión de Carlos eran de criminales, de ahí la afortunada frase de Andrés Manuel López Obrador, “la mafia que se adueñó del poder”, pues la actuación de la dirigencia nacional del partido oficial parecía la de una mafia siciliana.

Con cada derrota, los partidos de oposición verdadera o disfrazada pero que querían el poder para sí solos, presionaban para que se hicieran leyes que les restaran formas de hacer trampas y seguir en el poder. Prohibieron la recepción de regalos a cambio de votos, de dinero, de promesas de propiedades, de empleos, de mejoría económica y de todo aquello que lesionara o desviara la verdadera voluntad de la ciudadanía, que esta vez llevó a México a la democracia auténtica, aunque no al 100%, porque falta Puebla y alguno que otro lugar menor. En términos generales, al fin sabemos lo que es la verdadera democracia, la que debe llevarnos a dejar de ver a los gobernates como tramposos, engaña bobos, mentirosos y rufianes adictos al desvío del dinero del erario. Ahora coinciden la realidad y los buenos deseos. No debemos dejar que vuelvan a separarse. Por el bien de todos.