A Manuel Pallotta Rosado casi nadie lo conoce por ese nombre sino por su apodo de “El Mono”, que sus compañeros de la primaria le impusieron porque era muy travieso.
Don Manuel ha retratado a miles de parejas que han contraído matrimonio en el Registro Civil de Mérida, trabajo que ha desempeñado durante más de cuarenta años de manera ininterrumpida.
Entrevistado en su domicilio de la colonia Amapolita, don Manuel dijo que es uno de los pocos fotógrafos de eventos sociales de la vieja guardia que aún sobreviven.
Recordó que los profesionales de la lente eran muy respetados antiguamente, al grado de que los invitaban a sentarse en la mesa principal de los eventos y los aplaudían cuando eran presentados; hoy, en cambio, casi ya no los toman en cuenta.
Comentó que la tecnología se ha convertido en el principal enemigo de los fotógrafos porque actualmente todo mundo lleva consigo un teléfono celular con el que captura momentos; sin embargo, advierte que la calidad de esas tomas no se compara con las que se obtienen con una cámara de rollo, que lamentablemente hoy son parte de la historia.
Detalló que antes de que saliera al mercado la cámara fotográfica Polaroid, los fotógrafos eran muy solicitados, sobre todo por las imágenes en blanco y negro.
Recordó que se inició a los 17 años de edad como repartidor de fotos de Humberto Santana “Tacha”, esposo de una de sus primas, hasta que un día le falló uno de sus fotógrafos y él lo metió a trabajar.
Al poco tiempo, con un grupo de compañeros, como Isidro Pat (q.e.p.d), Gaspar Serrano, “El Gato” Escalante, Raúl Cortazar, Guido, Alonso Mex y Fernando, entre otros, fundaron el Sindicato de Fotógrafos que primero se afiliaron a la CNOP, a la CROC y finalmente a la CTM, y que hoy tiene su local social frente al estadio “Carlos Iturdalde”.
En sus inicio como fotógrafo independiente trabajó como maquilador de postales en blanco y negro de varios compañeros, en un cuarto oscuro de su casa, donde también contaba con una ampliadora, líquidos, papel, etc. De ese grupo sólo viven unos cinco o seis como Guido, Alfio Cortazar, Marcial Heredia “El Bugs”, que trabajó por muchos años para la Universidad de Yucatán, e Isidro Ávila.
Señaló que sin contar a los llamados “piratas”, el sindicato llegó a tener más de 250 socios pero hoy apenas suman 90 o menos, aunque muchos llegan y se salen al poco tiempo.
Mencionó que junto con el Goyo Segura viajaba hasta Tenosique y Palizada, Tabasco, así como a la feria de Chuiná, Campeche, donde llevaban todo su equipo para tomar fotos a los peregrinos que llegaban con sus estandartes, así como a las ferias de Valladolid, Tizimín y otras poblaciones del estado; recordó que cuando Pérez Prado fue a tocar a Valladolid se hospedaron en un hotel que estaba junto al Club de Leones, donde revelaban las fotos que luego vendían en el baile.
En el barrio de La Candelaria tomaban fotos de primeras comuniones y en algunas ocasiones iban hasta la fiesta a invitación de los padrinos.
Admitió, sin embargo, que no todo era miel sobre hojuelas porque en ese tiempo se respetaba mucho la cuaresma, tiempo en el cual no había ni XV años, primeras comuniones, bodas, confirmaciones y hasta los bailes y todo evento social se suspendían.
Gracias a que su padre le enseñó el oficio de carpintero, cuando no había trabajo como fotógrafo, se iba a Valladolid o a Acanceh a trabajar cuatro meses o más hasta que llegaban las fiestas de fin de año.
Por último, comentó que cada vez es más difícil vivir del oficio de fotógrafo pero que él seguirá hasta que le alcancen las fuerzas.
(Víctor Lara Martínez)