Por Lorenzo Salas González
En los agitados días que vivimos no siempre es posible reflexionar sobre las cosas que suceden en nuestro país y esto impide que veamos la explicación de los acontecimientos y de sus causas. Un ejemplo: por televisión un comentarista de temas económicos dice que 3 millones de mexiquenses se trasladan diariamente a la Ciudad de México, donde trabajan. Entonces el gobierno federal decide construir un tren para que se les facilite y abarate el viaje. No ven como posibilidad crear más empresas, más negocios de economía media u ofrecer empleos redituables que les permitan comer en sus casas regularmente. O, mejor, hacer un acomodamiento de trabajadores de tal forma que su hogar quede cerca de su centro de trabajo. No obstante, hay un recurso que durante décadas los gobiernos que se dicen mexicanos y estar al servicio de México –“Le cumplimos a México”, dice Peña Nieto–, y ese es el aumento del salario mínimo, lo que beneficiaría a millones de connacionales. A esta última propuesta se le echan encima los patrones, los líderes “charros”, los gobiernos de los tres niveles, quienes salen con la respuesta de siempre: genera inflación. Pues sin aumentarle un céntimo a los salarios, Peña Nieto no pudo controlar la inflación durante su sexenio.
A este juego del hambre para unos y el hartazgo para otros, organismos internacionales señalan que la negativa a incrementar salarios proviene del gobierno, que no quiere romper con el mecanismo que le ha redituado tranquilidad durante décadas. Así lo afirman organismos internacionales como la Cepal, el FMI y el Banco Mundial. En la revista Proceso, en un texto al respecto, ponen como título: “El gobierno de México empobrece a sus ciudadanos a la fuerza por sus intereses”. Y anotan la explicación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Desde hace algunos años ha circulado en las redes el nombre del Lic. Basilio González Núñez, como titular de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, que es quien de acuerdo con un representante empresarial y otro “obrero” votan por el incremento que deberá tener el minisalario cada año. Para que se vea la notoria incongruencia: don Basilio recibió este año la cantidad de 238 millones de pesos, de los cuales el 65 % fue para sus gastos personales. Nominalmente, él recibe 175 mil pesos mensuales. Claro, ahora que esté en la presidencia Andrés Manuel, recibirá alrededor de 85 mil pesos, para ir de acuerdo con lo que ya se está debatiendo en el Congreso de la Unión, donde diputados y senadores recibirán mucho menos, así como magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los que devengan más de 600 mil pesos al mes, gracias a Vicente Fox, quien cuando autorizó tal cantidad buscaba que no se corrompieran… dijo. Los que de una vez están demostrando su desacuerdo son los funcionarios del Instituto Nacional Electoral, quienes se dicen víctimas de una injusticia porque trabajan todo el año y con más intensidad en tiempos electorales.
Un último dato: los negociadores por parte de México del Tratado de Libre Comercio se opusieron tenazmente al aumento del salario mínimo para los trabajadores mexicanos, lo que era una exigencia de Trump. Y no es que haya enloquecido el magnate norteamericano, no. Su argumento fue que al tener que pagar ellos mejores salarios a los trabajadores de su país, quedaban económicamente en desventaja con respecto a los mexicanos, porque sus productos salen más caros. ¿Qué tal?