Yucatán

Combatir corrupción e impunidad, condición para la paz

Sergio Fajardo Valderrama, político independiente y ex alcalde de Medellín, en cuya gestión disminuyeron significativamente los elevados índices de violencia en esa ciudad colombiana, manifestó ayer en esta ciudad que el combate a la corrupción e impunidad que impulsa el Gobierno Federal de México, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, es sin duda el primer paso que puede pacificar al país.

El también ex gobernador de Antioquía, quien participó ayer en el Coloquio Políticas Culturales para las Ciudades del Siglo XXI, organizado por el Ayuntamiento de Mérida y la Universidad Autónoma de Yucatán, observó que como suele suceder cuando se atacan las raíces de la corrupción, habrá resistencias de los grupos de poder que se niegan a perder sus privilegios.

Fajardo Valderrama, quien de igual forma fue candidato presidencial en Colombia el año pasado, radica ahora en México y es profesor en el Instituto Tecnológico de Monterrey.

Los humildes siempre pagan

En una entrevista previa a su participación en el coloquio, señaló que la corrupción y la impunidad son un malestar que está regado por todas partes del mundo, en particular en América Latina, y para poder atacar y disminuir la violencia en Medellín, cuando fue alcalde del 2004 al 2007, el primer paso radical que aplicó en su administración fue el combate a la corrupción e impunidad.

Así empezamos nosotros –continuó–, porque la corrupción, las personas que se apropian de lo público para su beneficio, limitan las posibilidades de la gente y siempre son las personas más humildes las que pagan la cuenta de lo que se roban los corruptos para su bolsillo y para su propio beneficio.

Dijo que las resistencias son naturales, “porque tienen el poder y han tenido el poder por mucho tiempo y no quieren compartir ese poder, porque los corruptos en cierta medida dan sólo limosnas a la ciudadanía, otorgan beneficios mínimos para arrodillar a la gente que tiene necesidades y, por eso, es fundamental romper con esa estructura de la política que se fundamenta sobre la corrupción para mantenerse en el poder”.

La violencia –continuó–, estuvo muy fuerte y afortunadamente ahora hemos transformado el camino, un camino que es largo, la lucha contra el narcotráfico que es el que dispara todas estas condiciones es una lucha larga, compleja, permanente, e igualmente se necesitan las acciones sociales permanentes para estar dándole respuesta a la gente, pero nosotros nos hemos transformado, hemos avanzado, todavía tenemos dificultades pero cambiamos el rumbo, de ser la ciudad más violenta del mundo a que yo venga aquí a contarles que se pueden cambiar las cosas.

El miedo

—Vengo de una ciudad que es conocida en el mundo por algo que nosotros no quisiéramos que se nos conociera, que es por lo que fue una expresión de la violencia, del narcotráfico, que es un fenómeno que ha estremecido al mundo y empezó en nuestra ciudad. Pero vengo a contar cómo se pueden transformar unas condiciones adversas y eso tiene que ver con entender las condiciones sociales de que estábamos viviendo, entender cada uno de los espacios de nuestro territorio, siempre convocar a las personas para reunirse para trabajar juntas, entender las necesidades que tiene nuestra juventud y saber buscar y sacar lo mejor de cada persona y eso nos conduce inexorablemente al mundo de la educación, de la ciencia, del conocimiento, de la cultura, acotó.

Entonces –expuso–, nosotros fuimos capaces de llegar a un territorio que no tenía esperanza para construirla trabajando con las personas en cada lugar y, uno de los mecanismos más efectivos siempre, fue buscar el talento de las personas que nos sirviera para reconstruir el tejido social que se rompe, porque uno de los factores del poder de los violentos es el miedo y aquí, en México, ya lo conocen bastante bien.

Subrayó que el miedo “nos divide, nos aísla, nos fragmenta, nos encierra y se rompe ese tejido social empezando por nuestra cultura. Nosotros fuimos a reparar ese tejido, fuimos a convocar a esas personas para encontrarnos de nuevo y, en oposición a la destrucción, mostramos cómo la gente, nuestra gente, tiene una capacidad para transformar y de esa forma íbamos liderando la sociedad nuestra para mostrarle un camino y construir la esperanza”.

Lleva tiempo

De hecho la gestión que yo encabecé –destacó–, la cobijamos bajo la expresión “Del miedo a la esperanza”, pero todo eso tiene una condición y es la política. Estamos acá por la política, eso no pasa en el vacío, qué tipo de política se hace, cómo se convoca a la gente, quiénes tenemos la capacidad para convocar a los diferentes sectores de la sociedad para trabajar juntos, cómo se recupera la confianza en las instituciones, en la política, en los políticos, porque los políticos están devaluados por la corrupción y una gran cantidad de cosas.

Resaltó que entonces toda esa transformación tiene esa base y es la transformación de la política para convocar y lograr el cambio.

El también periodista dijo que todo eso lleva tiempo. “Esto no se acaba en un período de cuatro años, como son los períodos nuestros, pero cuando nosotros llegamos a Medellín hicimos una ruptura, una ruptura primero política, entonces somos un movimiento cívico independiente, alternativo que llegó al poder de una manera diferente, llegamos caminando las calles, recorriendo, trabajando con las personas, en oposición a la política que compra, que paga votos, que hace unas alianzas oscuras para llegar al poder. Entonces cambiamos la forma de la política y gobernamos de una manera diferente y le apostamos a la educación como el motor de la transformación en ese contexto”.

(Rafael Mis Cobá)