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Yucatán

Roger Aguilar Cachón

El mundo ha cambiado a pasos agigantados, y en este aspecto mis caros y caras lectoras no podrán negar esta afirmación, y con este cambio se han venido presentando otros que han dado lugar a la aparición y desaparición de personas, oficios y objetos. En caso particular me refiero a aquella figura que a pie o bien en bicicleta visitaba nuestras casas y al sonido del silbato sabíamos de su presencia, era alguien esperado por causas muy distintas, me estoy refiriendo al cartero.

Este personaje cargado con un mundo de esperanzas, sueños, disgustos y pormenores de asuntos particulares, jugaba un papel muy importante en nuestras vidas de hace algunos años, los lectores de mi generación seguramente tendrán en su mente el recuerdo de estas personas. Era común verlos salir a temprana hora del edificio situado a espaldas del mercado grande cargados con sus bolsas con cartas de amor y esperanzas.

Las cartas fueron el medio eficaz para transmitir no sólo noticias amables sino también fue el conducto para unir lazos familiares y filiales, en ocasiones llevaban en su interior noticias malas y preocupantes, pero era la única manera de mantenerse en contacto. En este sentido más que una manera de conversación fue un puente de unión. También fue una manera de conocer y algunas personas de aficionarse a la colección de sellos o estampillas postales.

La relación epistolar no sólo era destinada al seno familiar o filial sino también había otras con características diferentes pero útiles, me refiero a la correspondencia de tipo comercial y laboral. Por medio de éstas era muy probable que nos llegaran hasta las puertas de nuestro hogar algunos productos que llegaban gratis o bien que nosotros habíamos solicitado. Recuerdo que en mis mocedades se escribía una carta para ser enviada a una determinada dirección solicitando un disco de Gabilondo Soler “Cri Cri”. Y sepan ustedes mis caros y caras lectoras que una vez depositada la carta en el buzón, cada vez que escuchaba la llegada del cartero salía en paso ligero hasta la puerta para ver si me había llegado la carta. Y no pasó mucho tiempo que una tarde cualquiera por fin llegó la tan esperada respuesta, era un sobre que contenía un disco de 45 revoluciones por minuto y que contenía dos canciones, una que no se me olvida era El casamiento de los palomos y la otra canción no la recuerdo, de inmediato lo puse en la consola que se encontraba en la sala y a escuchar el disco por casi una centena de veces, creo que esta fue la primera carta que recibí.

Con el paso del tiempo tuve la ocasión de tener una relación epistolar con una persona de Perú, en ese entonces era muy común que se buscara en algunas revistas direcciones de personas que querían tener correspondencia con otras de alguna parte del mundo, esa relación tuvo una duración aproximada de casi 5 años y luego como por arte de magia desapareció.

Una de las características de las cartas era la posibilidad de leerlas cuantas veces lo quisiéramos y mantener viva la esperanza de la llegada de la siguiente. Las cartas fueron muy socorridas entre un sector muy específico de la sociedad, ya que en otras se contaba con el teléfono, lo que les permitía un acceso rápido y eficaz con sus familiares u otras personas queridas que se encontraban en otras partes del mundo.

Las cartas no se escribían de una forma aleatoria, tenían características que debían de ser consideradas, por ejemplo para comenzar una carta era común lo siguiente “Espero que al recibir la presente estés bien en salud en unión de tus seres queridos…” y luego se comenzaba, y para finalizar la misma se usaba lo siguiente “Sin más por el momento se despide de ti…”. Era el inicio y el fin de una carta bien escrita.

En las cartas se podía encontrar una buena ortografía y sobre todo era muy bien visto que la persona que escribiera tuviera una excelente caligrafía. En el mayor de los casos las cartas de amor eran muy socorridas por los jóvenes quienes las escribían no sólo para enviarlas al exterior de la ciudad sino también para la ciudad misma. Las cartas de amor tenían características muy singulares que las hacían especiales, esto es que cuando se respondían traían consigo en ocasiones una foto, un pétalo de rosa u otra flor o bien el aroma de la persona amada. Y esa carta nos acompañaba en todo momento.

En este tipo de cartas era común escribir alguna poesía o bien recurrir a los famosos acrósticos. También las cartas se usaron para escribirles a los artistas del momento que de seguro eran respondidas por personas ajenas al mismo, pero que tenían el mismo impacto entre los admiradores.

Con el paso del tiempo las cartas se fueron abriendo más, la intimidad se iba perdiendo, permitiendo que por medio de postales que se enviaban sin sobres se escribieran algunos mensajes desde un lugar determinado. Esto es que con las cartas también las tarjetas postales fueron un medio de comunicación. No hay que olvidar, mis caros y caras lectoras, que hace ya muchos años era costumbre que en algunos estudios fotográficos de esta ciudad se hicieran fotos postales y al reverso de éstas se escribía algún mensaje muy personal. Esto ya forma parte de la historia.

Hace algunos días se dio la noticia que se había inaugurado en nuestra ciudad una nueva oficina de Correos, estrenando motos y demás vehículos para prestar un mejor servicio a la sociedad, pero creo que el resurgimiento de la relación epistolar está muy difícil que se vuelva a retomar. Ya que ahora hay otras maneras de escribir mensajes, como a continuación lo señalaré.

El avance tecnológico, los adelantos en la computación y sobre todo la globalización-mundialización han dado como consecuencia una nueva manera de comunicarse con personas que se encuentran un poco o muy alejadas de nosotros. De esta manera no sólo se quedó en el olvido la relación epistolar sino que dio paso a una nueva manera de acercarnos con las demás personas de manera inmediata y efectiva. En algunos casos esta interacción no sólo es en letras sino que puede ir acompañada con voz e imagen.

Me refiero en caso específico mis caros y caras lectoras a formas rápidas y eficaces de comunicación que se denomina virtual, el correo electrónico, el Messenger, aún se usan pero lo de hoy es el chat. Cada uno con sus características y virtudes que las hacen muy particulares y la ventaja de estas es que puede realizarse fuera de nuestras casas. De esta forma y ante la necesidad de brindarle a la sociedad el sitio adecuado para esto surgen los cibers.

Si en la relación epistolar se procuraba una escritura excelente con una ortografía sin dudas, en estas dos nuevas formas de relación esto es lo que menos procura, es más, la sustitución y el apócope de palabras es un común denominador, sin hacer mención de algunas caritas o smiles (emoticones) que se van incluyendo, para hacer de éstas más atractivas y llamativas.

Lo único malo de esto es que para tener este tipo de relación es necesario contar con una computadora o como dirían nuestros vecinos españoles, un ordenador que esté conectado con la Red, es decir, y para ser más claro, contar con el servicio de Internet. Y también hay que señalar que este tipo de relación virtual está destinada para las nuevas generaciones, ya que es muy raro que las personas de mayor edad hagan uso de este medio.

Primero fue el correo electrónico, para lo cual es necesario contar con una cuenta en algún soporte virtual y tener a quién escribirle, es casi ya de uso común que por este medio los investigadores, profesionistas de todo nivel y especialidad se relacionen con sus pares o bien para adquirir información de aquellos que la tienen. El correo electrónico se ha institucionalizado y se procura que se cumplan las reglas del buen escribir. La juventud de hoy es raro que use este medio, ya que para ellos se ha destinado otro que se denomina, como mencioné anteriormente, el chat, que no sólo puede incluir mensajes textuales sino que también música y fotos.

Si alguno de ustedes, caros y caras lectoras, han tratado de leer un mensaje de chat de seguro que se les habrá dificultado no sólo por la falta de letras sino también por la inclusión de caritas que adquieren un significado específico en el momento de escribir -o debe decirse de hablar-, pero que entre la nueva generación este es un lenguaje muy común y que día a día se va enriqueciendo.

En este sentido nos queda claro que si bien es cierto la relación epistolar estaba cargada de sentimiento, la relación virtual tiene todo menos esto, es una que se establece con un receptor que en algunas ocasiones ni se conoce, es también fría e impersonal, no tiene ningún recuerdo y sobre todo genera una nueva forma de lenguaje entre la juventud. Surge la pregunta mis caros y caras lectoras, ustedes que prefieren una relación epistolar o una virtual, en ustedes queda la respuesta.

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