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Yucatán

La fortuna no siempre es generosa

Eliseo Martín Burgos

Cuando el escritor Oscar Wilde estaba agonizando en un hotelucho escuchó que su médico y un amigo discutían sobre quién se haría cargo de los gastos de su funeral, pues literalmente no tenía dónde caerse muerto; abrió sus ojos y les dijo:

–Lo siento, muero muy por encima de mis medios.

Quiso decir que no tenía para hacer frente a un final, decoroso. Dicen que el dueño del hotel, para cobrar su deuda, arrancó los dientes de oro al cadáver del extraordinario escritor irlandés.

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