Conrado Roche Reyes
En días pasados recibimos la amable visita de la señora esposa e hija de nuestro malogrado torero y enorme pintor Raúl Bassó. Ambas damas nos platicaron anécdotas de su señor padre y de sus enormes pasiones: los toros -pasión que le costó la vida ya que falleció de una cornada en la plaza de toros de Santa Clara, Estado de México- y la otra, que ejerció con gran dominio de la técnica: la pintura.
Raúl Bassó fue un excelente pintor especializado en forma total y fatal a la temática taurina. Nos explica su señora esposa que su difunto marido dejó un legado bastante amplio de pinturas, “todas con temas taurinos, excepto una -dice con una sonrisa- un retrato mío”.
Muchísimos de los carteles que anuncian las corridas de toros en México y Suramérica, incluso España, salieron de los pinceles de Raúl Bassó. Finísimo como torero, y un pintor con un enorme sentimiento, ejerciendo dicho oficio a la par que se jugaba la vida en los ruedos.
Tanto su esposa como su hija nos indicaron que el legado de su padre, que en vida fue expuesto en numerosas galerías de la capital del país y de los estados, y que suman veintenas de escenas de estrujante realidad. La terrible y hermosa locura de la belleza que significa la Fiesta Brava, están vivas en los cuadros de Raúl.
Ambas damas nos expresaron su deseo de que se haga realidad uno de los anhelos de su señor padre, montar una exposición con el acervo que ellas tienen bajo custodia. Y es necesario que esto se haga. No se trata simplemente de unos cuadros con lances de la tauromaquia, es el color vivísimo que Raúl imprimió a cada uno de sus cuadros. Derroche y entrega al arte por el arte, una gran dimensión y capacidad en su obra.
En Mérida existen numerosas galerías que, supongo yo estarían dispuestas a promover y organizar dicha exposición. Se trata de atraer a aficionados y primordialmente a no aficionados a los toros, para admirar desde la óptica de un gran artista visual yucateco.
Incluso invito a los empresarios de la plaza Mérida a montar dicha exposición en nuestro máximo recinto dedicado a la tauromaquia, la Plaza de Toros Mérida, ¡qué lugar más idóneo que éste!, en donde en su ruedo tantas veces actuó y en sus muros interiores, el adolescente Raúl Bassó hizo sus primeros dibujos al carbón en los muros de la plaza.
Puede ser ahí o en otra galería. Sedeculta tiene la palabra. Promover a grandes artistas yucatecos en el olvido es una de sus prioridades, creo yo. Tiene que ser así. ¡Creemos que tiene que ser así!