Yucatán

Somos responsables de hacernos prójimos de los necesitados

Al oficiar ayer en la capilla del convento de las “Siervas de María, Ministras de los Enfermos”, la misa de Acción de Gracias por el nacimiento de su fundadora, Santa María Soledad Torres Acosta, el Obispo Auxiliar Pedro Mena Díaz dijo cuál fue el secreto de esa mujer extraordinaria:

-Muchos dicen: Si no pongo en práctica lo que dice la Palabra del Evangelio sobre el prójimo, es porque no sé cuál es. Pero el corazón del Buen Samaritano no buscó quién era el prójimo, sino se hizo prójimo del hombre necesitado que vio. Es decir, que él no vivía en la indiferencia hacia los demás, y por eso cuando ve a aquel hombre que había sido asaltado y herido, se le rompe el corazón, y en ese rompimiento él se hace prójimo. No pregunta quién es su prójimo, se hace prójimo, y ese es el secreto de Santa María Soledad Torres Acosta, que se hace prójima, porque influida por el Espíritu Santo piensa en ayudar y en servir a los enfermos, es decir, recibe el carisma que va luego a imprimir en ustedes, las Siervas de María Ministras de los Enfermos.

Ella piensa en ayudar y en servir sin ningún deseo de reconocimiento o premio, sólo por ser prójimo. Y allá mismo, en este pasaje nosotros vamos encontrando la inspiración de la vocación de Santa María Soledad. No sabemos cuántas veces meditó estas Palabras del Buen Samaritano, lo que es cierto es que cuando nosotros profundizamos en ese deseo de Santa María Soledad, vemos que hay ese paralelismo, ese deseo de poner en práctica el evangelio. Lo que nos enseña la Palabra del Buen Samaritano es fijarse en el motivo por el cual se detuvo el buen samaritano ante este hombre que estaba caído, se le rompió el corazón, y ante ese corazón roto por lo que estaba contemplando, se acerca, y es cuando vive la palabra. Por eso no va a preguntar quién es su prójimo, él se hace prójimo, se hace cercano. Ese es el secreto de Santa María Soledad. Cuando en los momentos difíciles de pestes, de epidemias, había que ver primero la situación de los que estaban, hacerse responsable de ellos, cargar el peso, sin ninguna otra intención, Santa María Soledad lo hace poniendo en práctica lo que dice el Evangelio, y es una de las actitudes que tenemos que aprender todos.

¿Por qué quiso Dios que existiera la vida consagrada? Porque en el mundo se necesitan testigos, testimonios, que nos recuerden a nosotros cómo debemos de vivir la vida de todos los días.

Iglesia de prójimos

Todos los caminos contribuyen para el bien común, para el caminar de la Iglesia, para ser ese cuerpo que va caminando por el mundo siendo prójimo de los demás. Por eso, si esto que reflexionamos del buen Samaritano, si esto que reflexionamos de Santa María Soledad, lo aplicamos a toda la Iglesia, la Iglesia podemos decir es una Iglesia de prójimos.

Vamos viviendo este día esta fiesta de Santa María Soledad Torres Acosta. y lo celebramos como Iglesia, aunque cada santo va encarnando un aspecto de la vida de Cristo, toda la Iglesia es el cuerpo de Cristo. Todos vamos formando parte de ese cuerpo en el que nos vamos tendiendo la mano unos a otros como bien nos enseña San Pablo: la mano no le puede decir al pie no te necesito, el ojo a la oreja no le puede decir no te necesito. En el cuerpo de la Iglesia nos necesitamos todos. Dios ha querido también proveer a lo largo de estos 2 mil años, testimonios, ejemplos, de vida que nos ayuden a vivir como una verdadera Iglesia, y en Santa María Soledad Torres Acosta nos encontramos, iluminados por el evangelio, que la Iglesia entera tiene también que ser Buena Samaritana –concluyó el Obispo Auxiliar Pedro Mena.

Por otra parte, una de las hermanas, Sor Elena, relató que Santa María Soledad Torres Acosta nació en Madrid, España, en 1826, y el 15 de agosto de 1851 dieron inicio los trabajos de su congregación que tiene como carisma el cuidado gratuito de los enfermos en la noche.

Dijo también que actualmente son más de 2 mil y están en todos los continentes. En México son 60 y están en 6 ciudades: Aguascalientes, León, Guanajuato, Querétaro, Oaxaca, Puebla y Mérida. Todas son enfermeras tituladas.

(Roberto López Méndez).