Yucatán

Los prejuicios y rechazo hacia los demás

Pilar Faller Menéndez

¿Cómo vemos a los otros? ¿Por qué desarrollamos sentimientos de atracción y rechazo a otros aún sin conocerlos? Conocemos varios períodos históricos en los que se han dado episodios de racismo y discriminación, pero son muchos los que navegan con una bandera de las causas justas y la buena conciencia, y que inclusive están inmersas en asociaciones altruistas para ayudar a los demás y sin embargo rechazan a otros e inclusive los critican aún sin conocerlos.

¿De qué clase de “buena conciencia hablamos? Se entiende que una conciencia individual la determinan las interacciones sociales, las cuales se inician desde nuestro grupo primario que es la familia, en donde desarrollamos un sentido básico de pertenencia de identidad y donde también aprendemos muchas veces, quiénes son buenas o malas personas, o bien, las idóneas para relacionarnos.

El bullying también se da entre los adultos no solamente en las escuelas, ya que muchas veces recurrimos a términos sociales para definirnos, y a partir de éstos a los cuales pertenecemos, elaboramos categorías de las cuales nos sentimos parte, por lo que nuestra identidad personal, muchas veces está determinada por nuestra identidad social.

Nuestras relaciones sociales muchas veces reflejan nuestra formas mentales para poder procesar la información social: separamos por categorías con la intención de brindar un máximo de información sobre el mundo con un mínimo esfuerzo, y es así como percibimos a los demás que no se encuentran incluidos en nuestra vida, ya que pensamos que se encuentra completa, y tememos o simplemente rechazamos a algún nuevo integrante que podría enriquecer nuestra vida con una forma de pensar diferente a la de nosotros que prácticamente está uniformada por nuestros grupos: todos pensamos igual, nadie se sale del patrón de comportamiento, y por lo general manifestamos tener vidas perfectas, a pesar de que la realidad sea otra.

Es común realizar comparaciones sociales como soporte de nuestra identidad social, nuestro grupo de referencia muchas veces nos impide llevar una relación con otros grupos y sentimos que como miembros de nuestro grupo el cual funciona como nuestro contexto, nos vemos por individuos.

Es a través de tres conceptos que podemos explicar de qué manera se dan las relaciones entre las personas y los grupos: División social, comparación social e identidad social, con los cuales nacen la formación de estereotipos y prejuicios, así como los actos de discriminación social y de exclusión social.

Tenemos la entera libertad de escoger a quién queremos en nuestra vida y a quién no, pero muchas veces nos negamos a conocer a alguien por el simple hecho de que se sale de nuestros estándares, o porque la vida que lleva no es semejante a la nuestra y conocer algo nuevo podría llevarnos a salirnos de nuestra vida social de confort.

Sumar es bueno, porque enriquece nuestra vida, conocer otras formas de pensar, de personas que muchas veces nos aportan conocimientos como costumbres, pensamientos, momentos gratos, y nos abre un panorama para comprender que el mundo está lleno de sorpresas y de personas que pudieran ser gratas, nos enriquece, negarnos esa posibilidad o rechazar a quien no conocemos ya sea por venir de otra parte o no pertenecer a nuestro grupo social es una manera sutil de ejercer bullying por los prejuicios que tenemos de no aceptarlas ni darnos la oportunidad de conocerlas.

Muchas veces funcionamos socialmente con creencias inconscientes que dividen al mundo en buenos y malos. Creamos estereotipos sobre las características personales, que son generalmente creados en base a un conjunto social, los cuales pueden ser verdaderos o falsos, pero que definitivamente denotan una rigidez perceptiva a generalizar o la poca capacidad de criterio.

Tenemos la libertad de ser quienes queramos ser, de vivir en una burbuja, o salir de ella, de rechazar a quienes creemos diferentes y que en automático pensamos que no encajan en nuestra vida. No es la manera ideal de convivir con nuestros semejantes, pero el libre albedrío debe respetarse, aunque existe un mundo que muchas veces no exploramos por nuestros prejuicios.