Ricardo Manuel Wan Moguel1
El 1 de noviembre de 1902, se celebraron los 117 años de la fundación de la empresa Ferrocarriles Unidos de Yucatán (FUY). Hay que recordar que el primer tramo de ferrocarril en México se inauguró en 1850 en Veracruz. Veinticinco años después, en Yucatán se comenzó a construir un camino de hierro y, en 1881, concluyó su edificación y se inauguró “solemnemente”.
En esos años, se entregaron varias concesiones para construir vías férreas en diferentes partes de la península y, así, conectar los centros productores del henequén con la capital y su principal puerto, Progreso.
Los documentos que el gobierno del Estado emitió para permitir construir esos caminos de hierro se encuentran en el Archivo General del Estado de Yucatán (AGEY) y la información que contienen dejan entrever las condiciones que el gobierno ponía para su construcción. Asimismo, a través de ellos, podemos observar las diferentes “manos” por las que pasaron los ramales y la ayuda que el Estado otorgó para poder consolidar una red de ferrocarriles que estuviera acorde al momento de riqueza por el que Yucatán estaba pasando.
Existe una gran cantidad de bibliografía que nos permite conocer la situación política y económica de Yucatán durante el porfiriato. Ya está dicho por muchos estudiosos de Clío que en este período un grupo reducido de personas, bien identificadas, controlaba los principales recursos del Estado y los ponían a su servicio de acuerdo con sus intereses. Precisamente eso sucedió con los ferrocarriles, para tener un mejor control de ellos y crear una red que permitiera el fácil y rápido transporte del henequén, los dueños de las primeras concesiones decidieron fundar una empresa que agrupara todas las líneas existentes en una sola: FUY.2 Su creación no es un hecho fortuito, coincide con el apogeo del oro verde.
Adicionalmente, con solamente mirar el acta de fundación y los 23 millones de pesos con los que se “echó a andar” la empresa, nos percatamos de la gran riqueza que se invirtió para consolidar la red ferroviaria más grande del Sureste mexicano. A principios del siglo XX ya se habían construido alrededor de 904 kilómetros de vías y, además, se entregaron diferentes concesiones para construir rieles tipo Decauville -cerca de 1,000 kilómetros- para unir las principales haciendas con los entronques principales de la red de FUY.
Afortunadamente para los historiadores, la empresa tuvo un consejo de administración que se encargó de llevar sus riendas. En sus reuniones se discutían todo tipo de situaciones, desde las cuestiones económicas hasta la de sus trabajadores. Existen cientos de documentos emitidos por la directiva que nos permiten conocer el día a día de FUY. De hecho, uno de los primeros informes se emitió unos meses después de la creación de la empresa. En él, un inspector expresa que la infraestructura con la que contaba era insuficiente para las necesidades que se tenían en ese momento. Por ello, el consejo decidió comprar 150 furgones, 70 plataformas, 20 góndolas y 10 locomotoras. Así como el ejemplo mencionado con anterioridad, hay muchos documentos que permiten dilucidar aspectos muy importantes de la historia de la compañía. Sin duda, es un tema fascinante que la historiografía yucateca aún no aborda con precisión.
1 Historiador, [email protected]
2 Manuel Irabien, 1929, p. 62.