Yucatán

Bolivia y México

Ivi May Dzib

En la radio, camino al trabajo, escucho el noticiero, hablan del golpe de Estado de Bolivia como una consecuencia de la llamada “dictadura”, normalizan la intervención militar y no dejan de reiterar que a Evo el ejército le “recomendó” renunciar luego de que la OEA informara de un fraude electoral. Hablan de esa recomendación como si se tratara de un acto razonable y carente de violencia, como si existiera civilidad por parte del ejército. No mencionan ni la violencia al mandatario y su familia, ni la persecución de los que componen al recién destituido gobierno, mucho menos de los signos preocupantes de una derecha que violentará de nuevo a la población indígena; a los comentaristas del noticiero se les pasó por alto decir que durante la intervención el crucifijo en mano y la Biblia como símbolo de una nueva Inquisición nos mostraban el camino que se habría de seguir desde el nuevo gobierno usurpador, la derecha militar de nuevo apoderándose de Latinoamérica. Ya no es sólo Chile, Ecuador y Brasil, sino que la fuerza bruta está imponiendo una política predominante en la región y lo peor de todo es que está siendo solapada por los políticos de siempre.

Fuera de la victimización que se pueda generar en torno a la figura de Evo Morales, es claro que este nuevo gobierno tiene la consigna de regresar a una política neoliberal que termine poniendo como carne de cañón a la población indígena, que si en algún momento tuvo la posibilidad de recibir un trato mejor y que se desarrollaran políticas públicas que la favorezcan, ahora se estará en un retroceso. Y es que nada es más ofensivo para los usurpadores que el hecho de que se vean frenadas sus posibilidades de enriquecimiento por mirar a los desfavorecidos.

En México la situación no dista de ser diferente, basta con ofrecer una beca de apoyo por un año a los jóvenes que no trabajan ni estudian para creer que se está despilfarrando el dinero, lo peor es que la falta de información y el interés de acceder a ella, provoca que el odio de la clase media y de los ricos contra los más pobres aflore, aduciendo que el dinero de los impuestos se está utilizando en mantener a los que no hacen nada y no en apoyar a lo que ya tienen y quieren más.

Hay quien prefiere que el dinero de sus impuestos se gaste en mantener a las televisoras o en la revista Hola que en dar asilo político. El gobierno mexicano le ofreció esa posibilidad a Evo Morales ya que su vida corría peligro, la respuesta de los políticos de derecha fue de indignación. Mientras Trump festejaba el triunfo de “la democracia” (tal y como la han entendido los estadounidenses desde el siglo pasado), Fox criticaba a AMLO por no tener los ojos en la realidad, y fue exactamente la manera en la que los panistas y los priístas veían la realidad lo que provocó que los echaran del poder. Pero el daño que han hecho en las conciencias de los ciudadanos es considerable, ya que no se tornan empáticos y lo peor de todo es que creen ciegamente que ahora Bolivia estará mejor, cuando otra vez será la mayoría quien sufra las consecuencias de esa forma obscena de vivir de los poderosos. Ahora se gobernará con Biblia y espada y hay quienes creen que eso es lo correcto. Los hay quienes siguen insistiendo en que no quieren que sus impuestos se desperdicien en cobijar a un “dictador”. Lo peor de todo esto que hay quien festeja esta “nueva democracia”, como si estuviéramos avanzando a un país justo o igual es que de por sí a la gente le da alegría que las cosas vayan mal.

ivimayd@hotmail.com