La segunda esposa del rey de España, Alfonso XII, fue la reina María Cristina de Habsburgo. Un día daba un paseo en Vasconia y vio a una niña como de doce años que cargaba un enorme tercio de leña e iba descalza; le preguntó quién era y dónde vivía, y siguió su paseo.
Días después, la niña recibió en su casa una bolsa con un par de medias, una gran suma de dinero, dulces y golosinas. Pasó el tiempo y la reina recibió una carta enviada por la niña, que decía: “Majestad, vuestra bondad me ha hecho muy feliz; mi padre tomó el dinero, mis hermanitos disfrutaron los dulces y golosinas y el par de medias lo lleva mi madre porque a mí me quedan muy grandes”.
