Yucatán

¿Caerán las reformas peñistas en el olvido?

Antropólogo Jorge Franco Cáceres

El artículo de hoy está dedicado a los mexicanos que votaron por el cambio democrático luego de las políticas neoliberales del sexenio pasado. Aquí, debemos admitir que hace falta investigar mucho más sobre las reformas peñistas para evitar que caigan en el olvido los despojos patrimoniales y los saqueos mercantiles que sucedieron en todo México.

Entre otros aspectos del largo período de dictadura tecnocrática, destaca el aprovechamiento incondicional que las empresas transnacionales hicieron de las reformas señaladas, destacándose las franquicias norteamericanas y canadienses en todo lo concerniente a la sustracción de recursos naturales, la apropiación de paisajes culturales y la explotación de fuerzas laborales.

Como sabemos, las políticas neoliberales del sexenio pasado se plantearon a partir de reformas avaladas por el presunto Pacto por México del PAN, PRI y PRD: Reforma Laboral, Reforma Energética, Reforma en Materia en Competencia Económica, Reforma en Telecomunicaciones y Radiodifusión, Reforma Hacendaria, Reforma Financiera, Reforma Educativa, Nueva Ley de Amparo, Nuevo Sistema Penal Acusatorio, Reforma Política-Electora y Reforma en Materia de Transparencia.

Al amparo de ese caudal reformista, registramos que las transnacionales de Estados Unidos y Canadá intervinieron salvajemente en las regiones marinas y terrestres de nuestro país por tres motivos: 1) porque fueron privilegiadas en concesiones y licencias por la oligarquía mexiquense, 2) porque quisieron aprovechar desde megaproyectos las ventajas continentales de las reformas peñistas y 3) porque dispusieron evitar que las transnacionales europeas y asiáticas aparecieran como rivales suyos en el espacio-territorio mexicano.

Casi nadie habla de las violencias regionales y las miserias generales que, a pesar de las advertencias científicas y las recomendaciones humanísticas, significaron estas políticas neoliberales. A pesar de todo, un asunto que siempre debe ser destacado frente a ellas, fue la resistencia popular ante los megaproyectos transnacionales que posibilitó la organización social y la movilización nacional, que llevaron a la concurrencia electoral que determinó el cambio democrático.

Sin lugar a dudas, el nuevo relato histórico de la democracia en México tiene que construirse sobre los cimientos políticos de la lucha popular por los patrimonios culturales y los derechos sociales contra las empresas transnacionales y las financieras especulativas. Esto mismo fue lo que ocurrió en los países más avanzados de Europa Occidental, pero sin las ignominias que, en nuestro caso, significarían el olvido de la impunidad de la oligarquía mexiquense y la corrupción amparada desde las reformas peñistas.

No podemos decir que sabemos todo lo que procede contra las reformas peñistas porque nos falta conocer muchos puntos de vista consecuentes con el cambio democrático de relevancia nacional, especialmente sobre autodeterminación regional, soberanía social y derecho internacional. Sin embargo, si podemos asegurar que estas reformas “mayoritarias” nunca asumieron que sus autores neoliberales padecerían las consecuencias políticas y sociales de tomar decisiones tecnocráticas que afectarían dramáticamente a terceros.

No puede faltar en las recapitulaciones indispensables sobre las reformas peñistas imposibles de olvidar, los apartados especiales dedicados a la victoria de Andrés Manuel López Obrador. AMLO tuvo capacidad de organizar una resistencia pacífica y de consensuar una hipótesis de cambio nacional, atreviéndose a definir qué dirección social debería ocurrir en los próximos 30 años.