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Yucatán

Desde 1990, cuando fue modificada la Constitución, la Iglesia Católica comenzó a gozar de libertades que antes no tenía, pero todavía falta mucho para alcanzar la libertad plena, aseveró ayer el Arzobispo de Yucatán Gustavo Rodríguez Vega en la misa de confirmaciones que ofició ayer en la iglesia catedral, acompañado del Obispo Auxiliar Pedro Mena Díaz.

En la misma ceremonia el prelado bendijo la imagen de Anacleto González Flores, mártir de la guerra cristera que fue elevado a la categoría de beato y patrono de los laicos; su imagen fue instalada en el altar de la iglesia catedral, con motivo de la celebración de Cristo Rey.

Monseñor Rodríguez Vega saludó particularmente a los integrantes de la Acción Católica que renovaron su tésera, quienes siempre ha celebrado su día de la acción católica en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

—También doy la bienvenida a todos los grupos y movimientos de la iglesia católica en Yucatán aquí presentes porque hoy han venido a celebrar su primer día de fiesta patronal como laicos, junto con todos los demás laicos, porque la fiesta es para todos los bautizados que no han sido ordenados o que no han hecho votos religiosos.

—Todos ustedes hermanos y hermanas laicos, hoy celebran su día, y por eso se hacen aquí presentes los movimientos y agrupaciones católicas de Yucatán y por eso hemos bendecido esta imagen de Anacleto González Flores que desde hoy es patrono de los laicos en México; fue a finales de abril y principios de mayo que teníamos la asamblea número 107 de los obispos de México, cuando acordamos fijar este día como día del laico y solicitar como patrono a Anacleto y así fue que se solicitó a la Congregación para los Santos y vino la aprobación el día 29 de julio de este año.

—Hoy estamos celebrando a Anacleto González Flores, algunos dicen que intentó ser el Gandhi mexicano, aquel abogado hindú que, por medios pacíficos, luchó contra el imperio inglés; yo no estaría tan de acuerdo en eso, porque el martirio de Anacleto fue 8 años antes del asesinato de Gandhi, pero usó los mismos métodos y fueron contemporáneos en esta lucha que defendía Anacleto; igual que los demás cristeros que fueron a la lucha armada, él defendía la fe católica, a los ministros que muchos de ellos estaban siendo expulsados o encarcelados; el propio arzobispo de Guadalajara era perseguido; él defendía todo esto y los valores humanos y cristianos que por aquel entonces eran tremendamente atacados por la masonería y que todo ese ataque vino a quedar plasmado en la Constitución de 1917.

—En los años 90 fue cuando la Constitución fue modificada y ya gozamos de libertades que antes no teníamos, claro que en la práctica nos dejaban peregrinar por las calles, cosa que según la ley estaba prohibido y permitían que un sacerdote estuviera con su sotana en la calle y lo mismo que las religiosas, se prohibía la enseñanza católica en los colegios y siempre se impartió.

Bueno, la Constitución ha cambiado y ahora la iglesia católica en México goza de una libertad regular, falta todavía llegara la plenitud religiosa en México, pero más que eso, lo que está faltando es lo mismo que faltaba en tiempos de Anacleto, que fue seminarista y era un hombre muy piadoso, aun cuando dejó el seminario, descubrió que su vocación era ser laico, se hizo abogado y como tal, luchó para mover a los católicos, especialmente a los jóvenes de la ACJM, de la cual fue fundador en Jalisco, y trataba de convencerlos diciendo que “no basta estar en el templo, no basta ir a recibir los sacramentos”; dicen que después de comulgar se quedaba un buen rato orando al Señor que había recibido; fue apóstol, daba catecismo y cuando estuvo en prisión se ponía a rezar con los presos a los que daba catecismo, de servicio hacia dentro de la iglesia y convocaba a los laicos a que salieran a los espacios públicos para que desde la familia, la educación, la política, la cultura se instruyeran con su manera de pensar y actuar para tratar de cambiar aquel pensamiento masónico anticlerical y contrario a los principios de la fe católica.

—Hoy por hoy, falta que Cristo reine en nuestra sociedad, no sólo dentro de nuestros templos; sabemos cómo los valores humanos y cristianos son fuertemente agredidos a nivel internacional y esto llega hasta las conciencias de los niños y de los jóvenes a través de los sistemas educativos a nivel mundial; esto necesita no solamente de la acción del obispo y sus sacerdotes sino del compromiso cristiano auténtico que lleve a cada quien dentro de su vida ordinaria a hacer presentes los valores del Reino de Dios.

En la primera lectura escuchamos que David fue ungido como rey de Israel, segundo rey pastor de su pueblo, porque los reyes de Israel debía considerarse representantes de Dios, pastores del pueblo en todo sentido; por eso fue ungido, elegido, ojalá que todos los gobernantes de la tierra crean en Dios de la forma que crean, pero que lo respeten y que sepan que estén muy conscientes de que van a dar cuentas a Dios de su gobierno; oremos por ellos y que no se avergüencen de proclamar su fe, sea cual sea, y que protejan la fe de todo el pueblo; si alguna vez llegamos a tener un presidente verdaderamente católico, que no oculte su fe católica y que gobierne a todos respetando la libertad religiosa.

En el santo evangelio encontramos el gran testimonio de ladrón arrepentido que pide al Señor un espacio en el reino de los cielos, mientras que las autoridades ahí presentes y los soldados se burlaron de Jesús y uno de los rateros que estaban ahí. Ellos se burlaban, pero uno de los ajusticiados cree en Jesús; cuántas veces le aplaudimos a los triunfadores y estamos con los que gana, con los que gobiernan, pero ¿reconocemos verdaderamente al Señor en el que sufre y está en desgracia? Este hombre reconoció a su Salvador, que para muchos era el que fracasaba, el que moría, para él, era el que podía salvarlo.

Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino y la respuesta, amorosa, salvadora de Jesús no se hace esperar: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Así es que cualquier persona que nosotros creamos que no tiene perdón de Dios, sí lo tiene, si lo pide, si confía en la misericordia del Señor. Confiemos en esa misericordia y busquemos que Cristo realmente reine en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra sociedad. Que los jóvenes que van a ser confirmados se comprometan a establecer el reino de Dios en la realidad en la que ellos viven, concluyó.

(Víctor Lara Martínez)

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