Síguenos

Última hora

Problemas aéreos retrasaron llegada de "Playnow" a la feria de Xmatkuil 2024

Yucatán

La espiritualidad prohibida / De lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que pienso y creo

Félix Sautié Mederos

DXI

La tendencia de tomar los planteamientos esenciales como consignas, que se van vaciando con la repetición dogmática y el tiempo que transcurre inexorablemente, es un mal que tendremos que desechar para establecer un desarrollo estable, eficiente, e incluso, sostenible, porque solo con consignas repetidas hasta el cansancio no se resuelven los problemas. Para ello, en mi opinión, son imprescindibles la acción práctica concreta y el ejemplo personal por delante de todo.

El contenido válido de esas consignas, cuando se repiten y se repiten de manera vacía, como si fueran mantras solucionadores de todo, e incluso algunos las utilizan con fines oportunistas para congraciarse con el poder establecido; entonces sus planteamientos devenidos en consignas quedan vacíos de contenidos válidos, se esquematizan y no logran el efecto esencial que proponen en su expresión concreta. Además, quienes así actúan, por lo general lo plantean de manera abstracta, sin realizar la correspondiente acción directa con el necesario ejemplo en vivo que siempre es imprescindible. No se cansan de repetir esas consignas con expresiones vacías, lo hacen a contrapelo de los ejemplos que el Che nos legó durante toda su vida.

En este orden de pensamiento, quiero recordar básicamente dos advertencias esenciales que nos han legado Fidel y el Che. El planteamiento de Fidel que “Revolución es sentido del momento histórico…”; y lo que el Che expresó en El socialismo y el hombre en Cuba, cuando escribió que “[…] En nuestra ambición de revolucionarios, tratamos de caminar tan aprisa como sea posible, abriendo caminos, pero sabemos que tenemos que nutrirnos de la masa y que esta solo podrá avanzar más rápido si la alentamos con nuestro ejemplo […]”.

Pienso al respecto, que precisamente estamos en un momento histórico que requiere de la máxima claridad en la interpretación de lo que se ha planteado como esencial a tener muy en cuenta por todos los cubanos. Me refiero a la necesidad imprescindible de pensar como país que es el concepto más importante que requerimos generalizar en las circunstancias que estamos viviendo, dejando a un lado los individualismos, las ambiciones personales y los esquematismos.

La necesidad imprescindible de pensar como país en el momento histórico que estamos viviendo, ha sido definida de manera muy clara por el presidente Miguel Díaz-Canel en un artículo suyo titulado “Pensando como país sin miedo a la coyuntura”, publicado recientemente y cito textual dos párrafos que considero esenciales al respecto:

[…] Hemos convocado a pensar distinto, a ser proactivos, a distinguir las potencialidades del tiempo que vivimos, cualitativamente diferentes, como también lo son los seres humanos, en comparación con otras etapas, no solo porque han pasado los años, sino porque en su transcurso se transformaron el mundo, el país y los cubanos con ellos.

Cuando llamamos a rescatar experiencias de los años más difíciles, a desempolvar prácticas de ahorro y eficiencia del Periodo Especial, lo hacemos pensando en todo lo que entonces aportó la inteligencia colectiva y que erróneamente desechamos en cuanto pasó el peor momento […].

Precisamente en estos párrafos, de manera implícita, en síntesis, se expresa lo que considero esencial en el momento que vivimos para cualquier acción que nos propongamos, que es la necesidad imprescindible de ubicarnos todos en lo que Fidel nos planteó cuando nos dijo que “Revolución es sentido del momento histórico”, porque si no partimos de esa premisa nunca podremos, como se dice en buen cubano, empatarnos con la verdad. Y, además, no ubicarnos en el sentido del momento histórico que estamos viviendo podría propiciar un caldo de cultivo adecuado para el planteamiento de esquemas y dogmas muy al uso por las burocracias y por los dogmáticos de viejo y nuevo estilo.

El presidente Díaz-Canel nos habla con toda claridad de la necesidad de distinguir las potencialidades del tiempo en que vivimos cualitativamente diferentes, como también lo son los seres humanos. En este sentido, el esquematismo de las consignas repetidas hasta el cansancio es, en esencia, contrario a lo que se está planteando como imprescindible. De ahí lo dañino de mantenerse detenidos en el tiempo, sin tomar en cuenta la dialéctica de la vida. En muchas ocasiones he planteado que ya en época de la filosofía clásica griega, Heráclito nos advirtió genialmente que no te bañarás dos veces en aguas del mismo río. En este sentido, parece ser que a los dogmáticos, burócratas y conservadores de nuevo tipo se les ha olvidado esta realidad y tratan de mantenernos fuera de lo que es el sentido del momento histórico. Y hay cosas que en los años iniciales de la Revolución triunfante de 1959 eran necesarias y lo correcto a realizar, pero en estos momentos ya son obsoletas y han perdido todo su sentido.

En este sentido es que, por ejemplo, en los momentos actuales ya se han planteado públicamente algunos conceptos que no pueden ocultar su carácter dogmático, específicamente al respecto de que liberar las fuerzas productivas nos conduce al capitalismo. En este orden de pensamiento, en mi criterio, liberar las fuerzas productivas en nuestra actualidad constituye un paso esencial y necesario desde el punto de vista económico, para desarrollarnos y enfrentar la guerra sin cuartel que en este plano de la sociedad nos tiene planteado el imperialismo con Mr. Trump y sus acólitos a la cabeza. Además, de lo que intrínsecamente significa en lo económico para alcanzar una economía saludable, próspera, inclusiva y sostenible.

Tenemos en el mundo ejemplos concretos al respecto que niegan de base estos planteamientos referidos a las consecuencias capitalistas de liberar las fuerzas productivas. Vietnam es un ejemplo muy cercano a nosotros que desmiente este planteamiento de que liberar a las fuerzas productivas es regresar al capitalismo.

En mi criterio, lo importante del asunto en cuestión siempre es el cómo se realice y la voluntad política con que se plantee. Eso es otra cosa y a esa otra cosa es que quiero referirme de inmediato.

Las fuerzas productivas no son específicamente un concepto privativo únicamente del capitalismo. Las fuerzas productivas son factores esenciales presentes en la sociedad que impulsan la producción de bienes materiales y servicios que actúan directamente en lo concerniente a la solución de las ingentes necesidades de la población en su conjunto. Constituyen, pues, factores de progreso intrínsecos, además del movimiento, e imprescindibles en el funcionamiento de cualquier sistema social de que se trate.

De ahí un elemento básico al respecto de lo erróneo y esquemático que puede ser la identificación simplista del concepto de liberar las fuerzas productivas con un sistema social específico como es el capitalismo. La primera liberación como tal se produjo cuando por necesidad del desarrollo se estableció la división social del trabajo y el surgimiento del mercado como necesidad imprescindible para el intercambio de lo que cada cual producía.

Aquello sucedió cuando ni se soñaba con el capitalismo. Al capitalismo se llega posteriormente cuando el trabajo esclavo ya no daba más en su productividad. Entonces los resultados del trabajo se comienzan a lograr por medio de la explotación asalariada y despiadada de los trabajadores a quienes se les roba la plusvalía que le corresponde. Lo hacen en función de los intereses privados de las clases explotadoras y no de la fuerza de trabajo.

Pero aun en estos casos, la parte más revolucionaria del proceso en cuestión lo constituyen las fuerzas productivas, en las que los seres humanos representan el elemento esencial con el don de la creatividad que les induce la capacidad de crear herramientas y procedimientos para trabajar. En consecuencia, es primordial definir adecuadamente lo que son las fuerzas productivas en la realidad social del momento en cuestión y no identificarlas con un sistema económico específico.

En el socialismo verdadero cada cual debe aportar según su capacidad y recibir según la cantidad y calidad de su trabajo. En estas circunstancias, la acumulación de la plusvalía producida se utiliza de acuerdo con la planificación estratégica en función de la reproducción del capital de trabajo que es necesario incluso para nuevas inversiones; así como para la financiación de los servicios y bienes imprescindibles a la solución de las ingentes necesidades de la población. Aquí las fuerzas productivas se ponen en función del desarrollo de la sociedad y su liberación se plantea en función de los intereses generales del pueblo, en el socialismo siempre regulada por la ley.

En este propósito esencial para nuestro desarrollo, como todo lo práctico concreto en la vida, tal y como lo planteo más arriba, depende de la forma en que se realice y de la voluntad política con que se haga, lo que siempre será determinante. Hay algunos conceptos básicos esenciales que han de guiar estos propósitos que son, en mi criterio muy personal: la priorización de qué fuerzas productivas específicamente se deben liberar en función de los intereses esenciales del pueblo, la gradualidad en el proceso de hacerlo y el control incluso legal de su realización.

En cambio, con la actitud inmovilista de esperar a que las soluciones nos caigan del cielo o nos lleguen de la nada, por así decirlo, mientras que nos mantenemos detenidos en el tiempo a partir de criterios conservadores y dogmáticos, en realidad no podríamos alcanzar un desarrollo sostenido y sustentable.

En mi criterio, en este orden de cosas, nos chocamos esencialmente con un problema de reconocimiento de la realidad del movimiento como característica esencial de la naturaleza y de la vida en que nos encontramos insertados. Ello sucede al desconocer superficialmente que el movimiento existe, porque ni podemos pararlo ni mucho menos negarlo. Entonces se puede llegar a un gran vacío existencial. En esto la famosa frase de Galileo Galilei “pero se mueve” expresa una verdad incontrovertible que es esencial para cualquier análisis que nos planteemos de nuestra realidad circundante.

En este sentido, la esencial consideración que debemos tener muy en cuenta en primer lugar constituye lo que nos planteó Fidel de que “Revolución es sentido del momento histórico”. O sea, ser capaces de interpretar el movimiento de la vida y de la sociedad de conjunto en el momento histórico que estamos viviendo.

Considero que ello es fundamental para poder plantearnos planes objetivos y verdaderamente eficientes que nos permitan alcanzar el desarrollo económico que tanto necesitamos. Es, además, básicamente facilitar que todos sin excepción participemos en las batallas decisivas por el desarrollo económico del país, a partir de una planificación consecuente y de regulaciones concretas.

Es, además, como ya he expresado, en nuestras específicas condiciones y circunstancias, enfrentar efectivamente al bloqueo criminal que nos tiene declarado el “norte revuelo y brutal que nos desprecia” desde hace ya sesenta años y que Mr. Trump y sus acólitos agudizan cada vez más.

La participación de todos resulta muy necesaria en el principal frente en que tenemos que luchar, que constituye la economía. El conjunto de fuerzas productivas del país debe tensionarse y liberarse en todas sus posibilidades al objeto de ser aprovechadas al máximo que nos sea posible para construir el desarrollo.

Esto no se podrá desarrollar con la espontaneidad ni con la ingenuidad. Está plenamente demostrado que sin el conjunto de fuerzas productivas posibles no se podrá alcanzar un desarrollo estable y sustentable. La planificación y las reglas de juego, por así denominarlas, serán siempre factores de equilibrio y de garantizar el rumbo que necesitamos. Nada se podrá realizar espontáneamente. Todo requiere control, gradualidad y planificación

No liberar el funcionamiento de las fuerzas productivas sería limitar las posibilidades latentes en la sociedad y empobrecer la batalla por el desarrollo económico y por superar al bloqueo criminal que, sin duda, es el principal obstáculo que se le interpone a nuestro desarrollo. Todo lo cual requiere del aporte de todas, y valga la redundancia del término, las posibilidades latentes con que podemos contar. Reitero que las fuerzas productivas son el factor más dinámico de la economía, y si no somos capaces de liberarlas, estimularlas e incluso controlarlas, será muy difícil alcanzar el desarrollo que anhelamos.

Filosóficamente todo en la vida posee su antítesis, y siempre deberíamos tener muy presente esos riesgos. Pero limitarnos como consecuencia de las posibles antítesis considero que no sería la política más acertada al respecto. Porque limitarnos, como dice la palabra en esos casos concretos, es ponerle límites, que casi siempre podrían ser estrechos, al desarrollo necesario. Precisamente los burócratas literalistas de las palabras a las que les rinden culto utilizan el miedo a los riesgos para alcanzar sus propósitos dogmáticos que, por lo general, tratan de imponerlos con el autoritarismo que se fundamenta en el miedo.

Así no será posible enfrentar las batallas que requiere el bloqueo criminal y las guerras económicas a que estamos expuestos. Comprendo que estamos ante un problema de gran complejidad, porque la sociedad no es un ente simple y su formación económico social, como pretendemos administrarla y desarrollarla, no es tampoco un estadio simplista al que podamos obviarle su complejidad intrínseca para enfrentarla y desenvolverla.

En todo esto se nos plantean varios problemas y/o retos básicos a tener en cuenta y resolver, que son por el orden de la importancia que les concedo los siguientes:

- La complejidad esencial de la sociedad y de los sistemas con que nos planteamos desarrollarla más allá de los esquemas conservadores, de los autoritarismos explícitos e implícitos y de los conceptos burocráticos.

- La necesidad imprescindible de una planificación adecuada a las características y necesidades que emanan del momento histórico que estamos viviendo.

- La necesidad de la gradualidad y del control básico de todo lo que se realice.

- La necesidad de lograr efectivamente la participación de todos de acuerdo con las posibilidades reales de cada cual.

- La necesidad imprescindible de acompañar los procesos a realizar con la verdad por delante a partir del concepto que nos legara Fidel al respecto cuando nos planteó que Revolución es no mentir jamás ni violar principios éticos.

- La necesidad de cambiar todo lo que deba ser cambiado, comenzando por la mentalidad dogmática y detenida en el tiempo.

Precisamente, en los momentos que redactaba este capítulo se realizó la Cuarta Sesión Extraordinaria de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular dedicada a la elección de los cargos fundamentales de la República, conforme a las disposiciones transitorias que plantea la Constitución de la República 2019. El compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez fue electo Presidente de la República; en su discurso de toma de posesión de su nuevo cargo expresó unos conceptos básicos muy importantes que de conjunto tienen que ver con la necesidad esencial de tomar muy en consideración el sentido del momento histórico que estamos viviendo en la actualidad. Cito textual a continuación:

Hoy comienza una nueva etapa de trabajo para quienes representamos al Estado y al Gobierno, que demandará de cada dirigente, cuadro y funcionario a todos los niveles, la disposición a echar por la borda el pesado lastre de prácticas obsoletas y mecanismos engorrosos, que ralentizan los procesos y debilitan la autoestima nacional.

Son nuevos los tiempos que vivimos en todos los sentidos y exigen un pensamiento diferente. Cambiar todo lo que deba ser cambiado, como nos dejó dicho Fidel, como nos lo ha demostrado Raúl durante sus años al frente de la Presidencia y como nuestro Primer Secretario del Partido.

Cuando pienso en ellos, también estoy pensando en el futuro, porque su generación fue una generación de futuro, que dejó hogar, estudios y comodidades para cambiar esta tierra de una vez. No les tembló la mano para combatir a las peores lacras que le chupaban la sangre a la República, ni para desafiar al enemigo amenazante levantando una nación nueva desde la raíz, desde el monte, desde la Sierra.

Como no temblaron a la hora de enfrentar la guerra sucia que duró años, con mercenarios destruyendo y asesinando prácticamente a todo lo largo y ancho de la Isla; ni dudaron en dar apoyo a los pueblos hermanos que luchaban contra las odiosas dictaduras latinoamericanas, sostenidas y respaldadas por el mismo imperio que ahora acusa de dictadores a los líderes progresistas de la región.

[…]

Si algo no perdió jamás el liderazgo de la Revolución cubana fue el curso de la moral en la Historia. Ahí están, invictos, sin más monumentos que su propia obra, a la cual tenemos el deber de rendir el más justo de los tributos: hacerla crecer y prosperar, sin temor a las amenazas ni a los riesgos.

Los pobres de la tierra no podemos perder la dignidad ni ceder ante la amenaza. Es una convicción demostrada muchas veces a lo largo de la historia, desde aquel 10 de octubre en La Demajagua hasta el día de abril de 1961 en que Fidel disparó con un tanque contra los barcos mercenarios.

En estos tiempos, en que hemos vuelto a acompañar al Comandante Almeida en su grito de principios en medio de las más duras horas, afirmamos rotundamente que la Revolución cubana preservará intactas todas sus convicciones, esas que costaron la sangre de los mejores hijos de nuestra Patria. (Aplausos)

Cuando se cuenta con un pueblo de la estirpe del cubano, no se duda ni un segundo para enfrentar el futuro, conscientes de que lo conquistaremos.

Hoy volvemos a hacer nuestra aquella valoración que tantas veces le escuchamos al General de Ejército y que hemos aprendido a aquilatar mejor en medio de la dificultad: “¡Qué clase de pueblo tenemos!”. (Aplausos)

Los que crean y construyen han derrotado a los que odian y deshacen.

Así lo pienso y así lo afirmo en mi derecho a opinar, con mis respetos por el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.

Continuará.

Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme dudas, criterios, opiniones y preguntas: [email protected]

Siguiente noticia

Correo desde la Isla de la Dignidad