Roldán Peniche Barrera
Yucatán Insólito
Tema que nunca deja de agotarse. Y es que nuestros cronistas coloniales no completaron su labor (ya hemos insistido en este informativo punto) y algunos salieron del paso.
Landa, fanatizado y sólo pendiente de la construcción de la Catedral (que por cierto nunca concluyó y sí, en cambio, usó lo construido para sus propios fines político-religiosos), dejó escapar en su famoso libro (no sabemos si voluntaria o involuntariamente), un aluvión de datos y noticias que hoy serían de valioso interés a nuestros historiadores. No le importó, como sí a Sahagún o a Bernal, regalarnos un panorama más rico y más colorido de lo que observó en su larga estancia en nuestra península. Su “relación” es sólo una lista de sucesos de aquellos tiempos en los que figuran prima facie, los macabros autos de fe acordados por su coterráneo y Alcalde Mayor de Yucatán, Diego de Quijada, el maligno, y su familia de implacables indiófobos y otros diabólicos encomenderos capaces de ahogar en la laguna de Bacalar a las mujeres mayas con sus pequeños hijos.
Gracias a los buenos oficios de los sacerdotes de la época, que no temblaron a la hora de acusar a tales monstruos ante las autoridades políticas y eclesiásticas, se supo tales noticias y fueron incluidas en su número de textos para los escolapios al mediar dichos tiempos coloniales (asunto del que puede corroborar el Lic. e historiador D. Adolfo Góngora y López, reconocido erudito no sólo de asuntos de nuestra historia peninsular sino aún de la nacional).
(Proseguiremos)