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Yucatán

Comía de la basura atrapado por las drogas

Rogelio es un joven de 18 años que nació en una familia de posición económica bastante cómoda, sus padres tenían una elegante casa en el norte de esta ciudad.

No les faltaba nada y siempre creyeron que dándole a su hijo dinero y todas las comodidades era suficiente, pero lo que él necesitaba era el cariño y la comprensión de quienes lo trajeron al mundo.

Era hijo único y quizás por ello sus padres lo atendían como rey, a tal grado que un chofer lo llevaba en un auto de lujo a un colegio e iba por él pero lo que sus padres nunca imaginarían que a su corta edad alguien se encargaría de darle a conocer otro tipo de vida mundana.

Cuando entró al primer grado de secundaria, no faltó el compañerito más rebelde que incita a faltar a clases a los demás, e incluso, que les ofrece cigarrillos y hasta un trago de cerveza para demostrar que son grandes.

Eso fue lo que le sucedió a Rogelio cuando apenas tenía 13 años de edad. Un día fue a una tardeada que organizaban en una hacienda y había de todo, bebida y algo más que ya adultos que se filtraron en el ambiente se encargarían de ofrecerles.

Los “enganchadores”

Primero, los “enganchadores” les invitaron una cerveza a varios jovencitos que, al principio se negaron a aceptar pero luego de tanta insistencia finalmente cayeron.

Tomaron los primeros tragos y eso fue suficiente para que se marearan y entraran en calor. Cuenta Rogelio, ahora de 18 años de edad. que se encuentra en un proceso de rehabilitación en una casa albergue de nombre Fraternidad, de Drogadictos Anónimos, A.C.

Ese fue el error más grande que cometió este joven porque, al ver que con su forma de bailar le agradaba a sus amigos y a las jovencitas, incluso a los “envenenadores”, pues se dispuso a investigar más acerca de este tipo de eventos clandestinos, porque se hacían en privado y sin el consentimiento de alguna autoridad, cuenta al reportero.

“Yo fui perdiendo el interés en la escuela, mis papás nunca me preguntaban cómo me había ido, qué calificaciones llevaba, nada, mis papás viajaban mucho por sus negocios que tienen y me dejaban únicamente con la señora que ayudaba en los quehaceres del hogar, entonces a mis 13 años siempre excusaba que iba a hacer trabajos en equipo, pero la realidad es que ya empezaba a faltar a la Escuela, me había gustado ese mareo que experimenté cuando tomé cerveza”.

Primer cigarro de marihuana

Dijo Rogelio que en próximas idas a este tipo de tardeadas volvió a ver a esos sujetos que le habían ofrecido por primera vez cerveza pero ahora, era un cigarro de marihuana.

“Yo nunca había fumado marihuana, estos sujetos que bien recuerdo que uno de ellos decía llamarse Juan y le apodaban Jonhy y el otro Santiago, sacaron un cigarro y me ofrecieron que fumara, me explicaron cómo debía hacerlo y que iba a sentir una sensación que olvidaría mis problemas, entonces acepté y así fue, tal como me habían dicho, me gustó y les pedí que me dieran más, pero nunca imaginé que esto me llevaría al abismo, el tiempo pasó, fui creciendo más y decidí que ya no iría más a la Escuela, claro, mis papás no lo sabían y yo seguía mintiendo cada vez más porque continuaba yendo a las fiestas”.

Este joven no se dio cuenta de que su adicción iba en aumento, para él sólo importaba el placer porque dinero traía, sus papás le dejaban cada vez que se iban de viaje. Entonces después le ofrecieron cocaína y le explicaron que era para que cuando se sintiera ebrio pudiera controlarse y también aceptó.

“Fui conociendo otro tipo de drogas como la cocaína, también Santiago y ‘El Jhony’ me explicaron cómo usarla, pero yo me sentía bien, sólo cuando la fui usando más constantemente me di cuenta que mi aspecto iba cambiando, ya tenía 15 años, no me daba hambre y me empezaban a aparecer ojeras porque tampoco me daba sueño, pero no me importaba, entonces cuando el dinero no me alcanzaba pensaba en qué haría y me puse a “trabajar” con El Jhony y con Santiago, yo les ayudaba a distribuir en las mismas fiestas y de ahí empecé a meterme en problemas porque agarraba para mi uso y ellos me descubrieron y llegó el momento en que ya no tenía dinero, aquellos amigos y amigas con las que yo me divertía me habían quitado de su camino”.

Cuando las fiestas terminaban nadie lo tomaba en cuenta y tenía que caminar hasta su casa porque no llamaba al chofer de sus padres para no levantar sospechas pues se salía a escondidas y entraba brincando por una barda a su cuarto.

“Iba a cumplir 16 años, cada vez era mayor mi desesperación, ya no me alcanzaba el dinero, me sentía muy mal, cuando iba a cruzar las calles sentía que los vehículos me podían atropellar, que la gente me veía y hablaba de mi estado físico, de cómo andaba vestido, ya todo sucio, ya no importaba asearme, ya lloraba en las noches porque ya no sabía qué hacer, me sentía sólo, sin tener con quién platicar sobre lo que estaba viviendo,y fue hasta que llegaron mis padres y se enteraron que ya muchas cosas de valor que ellos tenían guardadas ya no estaban, yo las había vendido para seguirme drogando y me corrieron de la casa, anduve deambulando por las calles, sacaba lo que la gente tiraba a los cestos de la basura para alimentarme, sentía que me volvía loco, aquellos que se decían mis amigos, el Jhony y Santiago ya no me querían cerca de ellos porque no tenía dinero para pagarles”.

Fue Dios el que mandó a sus ángeles para que yo pudiera llegar a un grupo y que mi vida cambiara, afirmó ante el POR ESTO! Rogelio lleva dos años en rehabilitación y ha retomado sus estudios, ya terminó la Secundaria y está a punto de hacer lo mismo con la Preparatoria, pero además tiene la plena convicción de que estudiará una carrera universitaria.

¿Quieres que te ayudemos?

“En una ocasión, un matrimonio al ver que sacaba un pedazo de pan de la basura y me lo echaba a la boca se acercó a mí y me dijo: Hijo necesitas ayuda, quieres que te ayudemos? Y me dieron una torta y un refresco y me empezaron a hablar de este centro de rehabilitación en donde no cobraban ni un peso, pero que además no trabajaban a través de los golpes y eso me dio confianza y acepté la ayuda, ellos me trajeron al grupo, la verdad no ha sido fácil pero mis compañeros se han encargado de hacerme ver que puedo salir adelante, ya terminé la Secundaria, aquí me han dado esa oportunidad, también estoy a punto de terminar la Preparatoria y quiero estudiar en la universidad, yo creo que Dios me mandó a esos ángeles que me dieron la información para que yo me pudiera rehabilitar, para que yo sea diferente en la vida, ahorita ya llevo dos años aquí en esta casa albergue y me siento muy bien, diferente, he aprendido muchas cosas y a valorar lo que he vivido para no volver a caer”.

Rogelio destacó que otra de las cosas que han sido de suma importancia para él, es que ha aprendido sobre las tradiciones de estas fechas decembrinas, porque cuando andaba en las calles sólo quería drogarse sin importar de qué se tratara la fiesta y la fecha.

“Ahora sé lo que significa la Navidad, el Año Nuevo. Las posadas, por ejemplo, también en septiembre el Grito de Independencia, he aprendido a convivir sanamente sin alcohol ni drogas y lo que también agradezco a mi Poder Superior es que he recuperado mi dignidad y a mi familia, por lo que quiero decirle a los jóvenes que estén viviendo este tipo de experiencias que se acerquen a este lugar en el fraccionamiento Santa Cruz, al Sur de la ciudad para que puedan ver la luz de la vida de diferente manera”.

(José Luis Díaz Pérez)

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