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¿Quién es Satanás? ¿El Diablo?

Ariel Juárez García

A muchas personas les parece ridícula la idea de que existan Satanás el Diablo y los demonios. Piensan que no son más que personajes de novelas, películas de terror y videojuegos, y que solamente los ignorantes creen en ellos. ¿Le molestará a Satanás el Diablo que la gente lo considere un ser imaginario? ¡Al contrario! Él promueve esa forma de pensar, pues así le es más fácil engañar a quienes dudan de su existencia.

En este sentido, la actitud de la gente común del primer siglo es semejante a la actual. Es tal como se lee en la segunda carta o epístola que escribió el apóstol Pablo a la congregación de los Corintios, en el primer siglo, donde la señala en su capítulo 4 versículo 4 con las siguientes palabras: “…para los no creyentes a quienes el dios de este sistema (Satanás) les ha segado la mente, a fin de que no brille sobre ellos la luz de las gloriosas buenas noticias acerca del Cristo, que es la imagen de Dios.”

Las Santas Escrituras lo identifican como un ángel rebelde y maligno que dio la espalda al Dios verdadero Jehová, y fue desplazado de los cielos a la región de la Tierra debido a que “no permaneció firme en la verdad”. Por esta razón, en el evangelio del apóstol Juan, capítulo 8, versículo 44, se le señala como “el padre de la mentira”.

Hubo una época en la que esta criatura espiritual tuvo una buena relación con Jehová. Pero se volvió codicioso y buscó la manera de que los seres humanos lo adoraran. En lugar de rechazar ese deseo, dejó que creciera y eso lo llevó a pecar (Ver Santiago 1:14, 15). En los escritos sagrados (Antiguo y Nuevo Testamento) se establece de manera clara que nada le gustaría más que acabar con el gobierno del Creador Jehová Dios. Este ángel rebelde no sólo es el peor enemigo del Soberano del universo, también lo es del ser humano.

A fin de entender hasta dónde llega su maldad, la Biblia da varios nombres a este ser maligno. Por ejemplo, la designación Satanás significa “opositor”, puesto que no se somete a la autoridad de Dios, por lo contrario, se opone a ella con todas sus fuerzas.

En el registro bíblico del Apocalipsis o Revelación, capítulo 12, versículo 9, aparecen otros nombres. Uno de ellos es Diablo, del griego diábolos, que significa “calumniador”, uno de los títulos que se aplican a Satanás, pues es el mayor mentiroso que hay. Además, es significativo que se le llame así, puesto que Satanás ha manchado la reputación del Dios verdadero Jehová, acusándolo de mentir. Además, en este texto se le muestra como el ser espiritual que está “engañando a toda la tierra habitada”.

Por tratarse de una fuerza invisible, cuyo dominio abarca las inmediaciones de la Tierra, el apóstol Pablo llama a Satanás el “gobernante de la autoridad del aire” en su carta a los Efesios, capítulo 2, versículo 2. De hecho, el mismo apóstol lo relaciona con las “fuerzas espirituales inicuas (malignas) en los lugares celestiales”, y en la misma carta, capítulo 6, versículos 11 y 12, las llama “los gobernantes mundiales de esta oscuridad.”

El apóstol Juan dijo en su primera carta, capítulo 5, versículo 19, que “el mundo entero yace en el poder del inicuo (maligno)”. En concordancia, Satanás el Diablo es “el gobernante de este mundo”, identificado en el registro del evangelio de Juan, capítulo 12, versículo 31. Con mucha razón, el discípulo Santiago escribió que “la amistad con el mundo (alejado de Jehová) es enemistad con Dios”. (Ver Santiago 4:4.)

Cabe mencionar que Satanás se acercó en el desierto a Jesucristo, después de su bautismo, donde lo sometió a tres tentaciones diferentes y difíciles, en las que el mismo Hijo de Dios probó cabalmente su devoción exclusiva a Jehová, su Padre celestial. En una de las tentaciones Satanás le mostró todos los reinos del mundo, de los que afirmó ser su dueño.

Aunque Jesús no contradijo esta afirmación, se negó a considerar siquiera por un instante la idea de conseguir un Reino mediante esta oferta, tampoco se planteó hacer algo sólo para satisfacer su ego. Su respuesta inmediata a Satanás fue: “¡Vete, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová, tu Dios, a quien tienes que adorar, y es sólo a él, a quien tienes que rendir servicio sagrado’”.

Ante esto, “el Diablo... se retiró de Él hasta otro tiempo conveniente”. (Ver evangelios de Mateo, capítulo 4, versículos 1-11, y Lucas, capítulo 4, versículo 13.) Este incidente ilustra la verdad de las palabras que Santiago escribió después: “Opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes”. (Ver Santiago capítulo 4 versículo7).

Satanás es todo, menos humilde. El que un ángel celestial se haya rebelado y tenido el atrevimiento de desafiar la autoridad de Dios y de convertirse en un dios rival, es el colmo de la soberbia y el orgullo. Como se afirma en los santos escritos, el Diablo es “el gobernante de este mundo”. Lo tiene bajo su poder (Ver evangelio de Juan, capítulo 12, versículo 31, y primera carta de Juan, capítulo 5, versículo19).

Es lógico que muchas de las cosas que son populares hoy día vayan contra las normas de Dios, debido a la poderosa influencia de este ser maligno. El orgullo, el deseo de tener cosas materiales en exceso y la inmoralidad sexual son tan sólo tres armas poderosas con las que ataca Satanás a todo tipo de personas. Pero no son las únicas. También sabe que el ser humano tiene inclinaciones hacia la violencia, la injusticia, la mentira, etc., por la falta de valores, y… se aprovecha de ellas para atacar en toda oportunidad a los que las practican.

No obstante, es necesario estar en guardia. “Mantengan su juicio, sean vigilantes –advierte el apóstol Pedro–. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien.” (Ver 1 Pedro 5:8.) Y respecto a sus innumerables aliados, los demonios que no respetan la ley divina y promueven la maldad en este mundo, el apóstol Pablo advierte: “No quiero que ustedes se hagan partícipes con los demonios. No pueden estar bebiendo la copa de Jehová y la copa de demonios; no pueden estar participando de ‘la mesa de Jehová’ y de la mesa de demonios” (1 Corintios 10:20, 21).

El Diablo usa la sociedad actual para aprovecharse de sus deseos y hacer pecar a todos los que tengan inclinación a la maldad, o para intentar que todo tipo de personas se enamoren de los placeres e inmoralidad de este mundo. Sin equivocarse, identifica muy bien a las personas que son presa fácil y les hace daño.

Por si fuera poco, se aprovecha de los que no lo conocen y tampoco saben cómo protegerse de su influencia. Les pone tentaciones y se interesa en sus malos deseos porque sabe que éstos aceptan a cambio las condiciones y favores que aparentemente otorga en su beneficio. Son víctimas del maligno,… aquellas personas cuyos pensamientos, motivos y deseos, están alejados de los principios, leyes o normas, que Dios ha establecido para el bienestar de su creación: el ser humano.

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