TIXKOKOB, Yucatán, 27 de diciembre.- “Gracias a la vida que nos ha dado Dios con siete bendiciones que nos han rodeado de 15 nietos, 11 bisnietos y por el momento no tenemos ningún tataranieto”, dijo el feliz matrimonio de José Edmundo Quijano Echeverría y Ligia Socorro del Pilar González Mézquita.
El pasado día 13 de este mes, celebraron sus Bodas de Esmeralda por 60 años. Los esposos son el ejemplo de sus hijos y de los vecinos del lugar que son muy apreciados.
En plática para el periódico POR ESTO! don Mundo Quijano, como es más conocido, dijo fue tal vez fue un amor a primera vista.
“Según recuerdo tenía dos días de haber regresado de la Ciudad de México, ya que me fui de paseo. En ese tiempo me saqué cinco mil pesos en la lotería. Dije vámonos de paseo y nos fuimos ahí nos tomó el temblor de 1957 y apenas hubo la oportunidad de tomar el primer vuelo y regresamos. Llegué un jueves por la noche”.
“Dos días tenia de haber regresado, cuando vino Marco Antonio Argáez Manzanilla, quien llegó para poner la cantina “Costa Azul”. Vino haberme. Atendía la cantina “El Mambo” que hasta hoy funciona, me invitó para irme de paseo a Conkal que estaba de fiesta y había baile”, señaló.
“Un familiar era la embajadora de los festejos. Estaba cansado del viaje que hice para regresar de México. Al final le dije que sí y a las nueve de la noche salimos para ir al paseo, yo no era de ir a pasear y acepté sin pesar que esa visita iba a cambiar el rumbo de vida”, dijo.
“Esto fue en 1957, llegamos esa noche al baile y me presentó a Ligia su prima, quien era la embajadora de los festejos de la sociedad Picolinos del Club 13”, agregó.
“Según recuerdo esa noche bailé con ella hasta que me quité de los festejos”. Mencionó.
Doña Ligia como la conocen sus vecinos e hijos tomó la palabra y dijo: “El me vino a robar ya que dos días después de haberlo conocido, armado con valor vino a hablar con mi papa don Gilberto Gonzales Zapata y pedir permiso para que me visite, ya que dijo que le gusté y quería que sea su novia. Mi papa le dio permiso de visitarme dos días a la semana los miércoles y domingos con dos horas y siempre nos ponía a un vigilante”.
“Cuando pasaba la hora le decían, ¿oye no tiene manecillas tu reloj? ya se pasaron las dos horas”.
“Acá los más curioso es que nuestros padres se conocían, ya que mi papá, don Edmundo Quijano Rodríguez y el de él tocaban juntos en la misma orquesta y nosotros no lo sabíamos”, dijo.
Por cierto, doña Ligia expresó: “A mi papá lo crecieron doña María Luisa Manzanilla y Edgardo Argáez, quien y es la que le preguntó a mi ahora esposo que de donde era y le dice soy de Tixkokob. Mi papá es don Mundo Quijano y en seguida aprobó la relación ya que eran conocidos.
“A los dos años ya no estábamos casado el 13 de diciembre de 1959 en la Iglesia de San Francisco de Asís de Conkal. Nos casamos y vine a vivir a Tixkokob como hasta la fecha y justo cuando la Escuela Secundaria “Onecíforo Burgos Concha” estaba en su primeros meses de haber abierto sus puertas a los alumnos.
“A los 19 años me casé y he vivido más años acá que Conkal y la verdad me tocaron dos buenos suegros que me ayudaron. Mi suegra Alicia Echeverría Gorocica y don Mundo Quijano. Tuvimos siete hijos y cuatro abortos. Mis hijos que viven son Ligia Alicia, Edmundo Gilberto, Edid Guadalupe (Q.E.D.P), Lorena del Socorro, Leonor Isolina, Eric Edgardo y Pablo José”, indicó.
“El gran amor que tenemos a nuestros hijos. Como todo matrimonio hemos tenido discusiones entre nosotros ya que somos de diferentes caracteres, además de que nos hicimos responsables de crecer a tres de nuestras nietas que nos dejó nuestra hija que falleció. Ellas son Edid Alejandrina, Maritza Guadalupe y Sugey del Carmen Vizinaiz Quijano”, agregó.
“Cómo le hice para levantar a mi familia. Don Mundo, dice mi papá tenía la cantina, un molino donde se molían el nixtamal, el abasto y la luz la energía eléctrica donde compró una planta y le dábamos corriente en las primeras cuadras de la población, hasta que entró la Comisión Federal de Electricidad y quitamos todos los cables que teníamos puesto”, aseguró.
Don Mundo fue pionero y fundador del IMSS 48 que el 16 de octubre de 1972 abrió sus puertas para atender a los campesinos y fue ambulanciero por 24 años y “entre las anécdotas que tengo fue cuando al dar un servicio fui a buscar a “Chivo”, el señor que vende periódicos. En la punta de la calzada se quemó la ambulancia al estallar el acumulador y como pudimos sacamos al “Chivo” de la ambulancia que se quemaba”.
“También ese tiempo la hice de partero ya que siete niños nacieron en el tiempo en que llevaba a sus mamás y aguantaron a llegar y ni modo a ayudar en el parto, hasta que llegaba y la cual siempre di lo mejor de mi hasta que me jubilé del IMSS”.
Por su parte, doña Ligia también tiene sus historias ya que trabajó 30 años en las oficinas de Telégrafos de México, “donde teníamos una caseta en la casa y había personas que tenían familias en otros estados y nos marcaban y tenía que ir avisar a sus familias en ocasiones hasta el final de una colonia y con mi bicicleta me movilizaba para avisar y que vengan a la caseta, esto hasta que lo dejé y después mi cuñada Nellsi Quijano lo siguió”.
A ambos les gustó el sóftbol, pero a los 18 años cuando estaba jugando en un campo pegado a la iglesia salió el padre y nada me dijo, pero si se lo dijo a mi papá, quien me prohibió seguir jugado ese deporte, ya que decían que era solo de varones.
Por su parte, don Mundo jugó en sus buenos años y tiene el récord de 28 entradas lanzadas en blanco, contra cuatro distintos equipos de Tixpéual, los Hieleros, al equipo de don Gabino Gómez y el de San Juan Koop y que sepa no habido un pítcher que haya lanzado cuatro blanqueadas seguidas.
“Y como dice la canción como no creer en Dios si me dio la mujer querida y los hijos que apreciamos en nuestras vidas y el secreto fue siempre saber resolver nuestros problemas y no sé si venga de ejemplo, ya que mi papá don Edmundo y mi mamá doña Alicia Echeverría duraron muchos años de matrimonio y a ellos les encantó la música y qué mejor ejemplo para nuestros hijos y qué mejor herencia de seguir nuestros ejemplos y donde hemos visto que se esfuerzan para sacar adelante a sus hijos y uno que me ayudó siempre fue mi hijo Edmundo Gilberto, quien hasta que vio que todos sus hermanos ya estaban casados, decidió hacer su vida y se casó e incluso nos regaló un viaje a un crucero por el Caribe y agradezco su ayuda, ya que había estudios de por medio y como dije como no agradecer a la vida por darnos tanto amor y familia”.
(José Alfredo Islas Chuc)