Durante la Primera Guerra Mundial, el mariscal francés Ferdinand Foch tenía un chofer que servía como informante a un grupo de amigos sobre la marcha de la contienda; le preguntaban cuándo terminaría y respondía:
–El Mariscal no ha dicho nada interesante, pero en cuanto me dé alguna pista se los comunicaré.
Así pasaba el tiempo hasta que una tarde llegó a la tertulia y, antes que le preguntaran, dijo:
–Ahora sí, compañeros, el Mariscal me ha hablado; me ha preguntado que para cuándo creo yo que terminará la guerra.