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Yucatán

Pilar Faller Menéndez

Siguiendo la tradición que data desde 1887, en 2018 se registraron más de 10 millones de peregrinos provenientes de todas partes del país, que acuden para expresar su devoción a la reina de México: La Virgen Morena de Guadalupe, que cumplirá este 12 de diciembre de 2019 el 488 aniversario de sus apariciones en el Cerro del Tepeyac.

El fervor de los guadalupanos año con año marca cifras récord ya que esta festividad tiene muchos devotos, por lo que en la Basílica de Guadalupe se aglomeran millones de fieles, muchos de ellos portando estandartes, algunos provenientes de otras partes del mundo que acuden a venerar a la Virgen Morena que se le apareció al indígena Juan Diego, hoy canonizado.

Los peregrinos provenientes de Yucatán han comenzado un mes antes su trayecto durante el cual, personas a su paso les ofrecen alimentos, hospedaje y baños durante la travesía que realizarán de miles de kilómetros. En Ciudad del Carmen, ya pueden observarse grupos de peregrinos provenientes de diversos lugares de la Península de Yucatán. La mayoría son peregrinos del Estado de Yucatán.

En los alrededores de la Basílica amanecen miles de feligreses que pasan la noche en la calle, algunos entre tiendas de campaña y otros solamente con cobijas. Hay familias que caminan durante muchas horas para poder estar en el canto tradicional de “Las Mañanitas” que se le dedica a la Virgen en la medianoche de cada 12 de diciembre.

Muchos recorren cientos de kilómetros, lo cual provoca mellas en sus piernas al llegar a su destino, muchas veces sin poder apoyar alguno de sus pies en el suelo. El sacrificio y el dolor en honor a la “Morenita” puede verse en aquellos peregrinos que año con año, recorren su camino arrastrando las rodillas, entre llanto, sudor y gritos. Todos los años, la Cruz Roja se encarga de dar atención a toda persona que lo necesite.

Según los datos proporcionados por la delegación Gustavo Adolfo Madero, donde se ubica la Villa de la Basílica, el año pasado 4,751 personas recibieron servicios médicos por lesiones leves derivadas del cansancio, y ocho feligreses tuvieron que ser hospitalizados.

El esfuerzo realizado es premiado con la contemplación de la imagen de la Virgen, la cual se encuentra situada en el centro de la Basílica, aunque es un tiempo reducido por la banda mecánica colocada con el fin de que la mayor parte pueda tener acceso a la imagen, por lo que no se dispone de mucho tiempo para pedirle o agradecer los milagros concedidos, ni para tomarle fotos. Las peticiones más comunes que recibe la Virgen, están relacionadas con la salud.

El fervor religioso también representa un beneficio económico para los vendedores ambulantes que ofrecen todo tipo de mercancía, que van desde las imágenes de la Virgen y rosarios, hasta víveres para los peregrinos, los cuales muchas veces se reparten gratuitamente en reconocimiento al esfuerzo realizado. Uno de estos voluntarios comentó que de esta manera honran a la Virgen, y bastaron solamente 10 minutos para que el pan y la bebida caliente se agotaran entre 200 feligreses.

La zona vive momentos festivos que se ameniza con el cántico oficioso de la festividad: “La Guadalupana”, y otras canciones tradicionales que interpretan bandas de peregrinos, así como bailables prehispánicos. Esta festividad es una tradición viva de México.

La historia de esta fiesta popular fue relatada en el Nican Mopohua, dos palabras iniciales que identifican este relato en lengua náhuatl, en el cual se describen las cuatro apariciones en el año de 1531 y el mensaje de Nuestra Señora de Guadalupe al indio San Juan Diego, en el cual le pide construir un templo para honrarla en el Cerro del Tepeyac, cuya veracidad de los hechos fue la imagen de la Virgen plasmada en el Ayate de San Juan Diego, que presentó al obispo Juan de Zumárraga, y es este Ayate el que se exhibe en la Basílica.

Artistas destacados cantan “Las Mañanitas” a la Virgen, mientras que los danzantes celebran con bailables, dándole color a la plaza, donde puede verse a muchos niños vestidos de inditos, para recordar a San Juan Diego. Uno de los visitantes más ilustres que ha tenido la Virgen del Tepeyac, fue la del papa Juan Pablo II, quien siempre mostró una gran devoción a la Guadalupana.

Este fervor constituye parte de la identidad de México. Es una de las tradiciones mexicanas que dan vida y provocan entusiasmo en la gente que visita la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.

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