Encabezados por el asesor de vida consagrada, padre Oscar Viñas Olvera, cientos de fieles y religiosas participaron ayer en la peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe del barrio de San Cristóbal, que salió de la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación (Monjas).
La columna caminó sobre la calle 63 hasta la 50 donde dobló a la derecha y avanzó hasta llegar al templo guadalupano.
En la ceremonia religiosa el padre Viñas Olvera pidió bendiciones por los feligreses que ordinariamente participan en la misa de las 10 de la mañana, por los peregrinos que llegan de otras partes, como por quienes se dedican a la vida consagrada de Yucatán y a los hermanos del templo de Nuestra Señora de la Consolación.
—Bendito sea Dios que, en este segundo domingo de Adviento, podemos escuchar una voz que nos llama al arrepentimiento y a la conversión. El tiempo del Adviento no es sólo para poner el árbol de navidad, sino para reflexionar, para meditar, no con tristeza, no con pena, sino con una reflexión de esperanza, que nos lleve a la espera y a decir: “Estoy mostrando con mis obras que el Señor viene, estoy mostrando con mi manera de vivir que el Señor se acerca, soy para los demás signo de espera y esperanza, vida consagrada, somos signo de espera, somos signo de esperanza”, eso es a lo que estamos llamados a ser, dijo.
Al encender la segunda vela de la corona del Adviento debemos reflexionar cuánto tenemos que convertirnos, sin esperar a decir: “yo ya soy bautizado, ya tengo listo el paraíso para mi abuelita y para mí” porque ella reza mucho. No, no por estar bautizado ya no debo de cumplir con mis obligaciones cristianas y caritativas, con más razón: como estoy bautizado, estoy invitado verdaderamente a cumplir con las más dulces y exquisitas obras de misericordia.
En la primera lectura, escuchamos que las profecías de Isaías se cumplieron en tiempos de Jesús y tiene que seguir cumpliéndose en nuestros días, dado que Isaías también profetizó que la vaca y la osa, el león y el cordero comerán juntas y todos estarán en paz. ¿No será que en nuestras casas haya leones que tenemos que tranquilizar y hacerlos vivir en paz y en armonía y en concordia?
Por lo tanto, alegrémonos y gocemos en el Señor que nos hace esta invitación de la conversión, alegrémonos y gocemos. La Virgen María, Nuestra Señora de Guadalupe, ha venido a estas tierras a mostrarnos el amor del verdadero Dios por quien se vive, flor y canto, Guadalupe en el Tepeyac, rosas y espinas, para todos los habitantes de estas tierras, después de la conquista y la llegada de los españoles, era necesario abrir el corazón para una nueva raza que somos nosotros.
Escuchar al verdadero Dios por quien, Jesucristo el Señor, nacido del vientre purísimo de Santa María de Guadalupe, mira su rostro, su frente, sus manos, que te vuelve a decir a ti: “¿Qué no estoy yo aquí, que soy tu madre?”, ¿No estás aquí debajo de mi sombra, qué haz de menester, que haz de necesitar?
A Juan Diego le preocupaba la enfermedad de su tío que estaba moribundo y esperando la sagrada unción; ustedes, también deben estar preocupados por un enfermo, por un anciano, por un problema en un matrimonio, por un adolescente o u hermano que necesita la extrema unción o de la confesión.
Juan Diego no tenía solución, sólo tenía que obedecer y María le dijo: sube a la montaña, a la cumbre del cerrito; Dios está en la cumbre de tu vida, de tus esperanzas y anhelos. No busquen entre los muertos al que está vivo, sube al cielo y encontraras a Dios, pon tu corazón en lo más alto, levantemos el corazón y terminemos la homilía dirigiendo la mirada desde este santuario mariano guadalupano a otro santuario que todos queremos: a la “Ciudad de los Cerros”, Izamal, donde se encuentra la bellísima imagen de la Inmaculada Concepción, patrona de la Arquidiócesis de Yucatán, que hoy 8 de diciembre, en el calendario, celebramos a la Inmaculada Concepción, pero los obispos del país nos han pedido que no se pierda el ritmo del Adviento; por lo tanto, mañana (hoy) litúrgicamente será un día mariano para conmemorar el dogma de la Inmaculada Concepción y el jueves, la gran fiesta de la Virgen de Guadalupe, finalizó.
(Víctor Lara Martínez)