Julia Guadalupe Pacheco Avila, profesora investigadora jubilada de la UADY, quien durante más de dos décadas ha estudiado la calidad de agua en Yucatán, exhortó a las autoridades y la sociedad en su conjunto a proteger la reserva hidrogeológica del Estado para evitar su contaminación, porque ahí se encuentra la mayor reserva de agua para uso y consumo humano.
Al participar ayer en el Simposio “Vida, Mujer y Ciencia”, organizado por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia 2019, la experta presentó su ponencia “Mujer y ciencia hacia el logro de los objetivos del desarrollo sostenible”.
Al abundar sobre la importancia de proteger el agua, expuso que los resultados de uno de los últimos proyectos que desarrolló en la universidad fueron retomados por el Gobierno del Estado para emitir el decreto de la reserva hidrogeológica del Estado, “que es una zona que debemos proteger mucho porque ahí se encuentra la mejor calidad de agua para todo uso y consumo, entonces hay que velar para que no se siga contaminando esa zona”.
Proteger campo de pozos
La última investigación que dirigí –continuó– tuvo el propósito de crear una zona de protección para el principal campo de pozos que utiliza la Japay para dotar de agua a los ciudadanos, que es la Mérida I y abarca 2.5 kilómetros. La zona está, además, dentro de la Reserva Ecológica Cuxtal y debemos aprovechar esta coyuntura para darle una mayor protección al campo de pozos.
También señaló que un estudio que realizó en el 2013 para analizar la calidad del agua subterránea donde se extrae el agua potable en tres de los sistemas que abastecen la ciudad (las plantas I, II y III), así como de los pozos intra-urbanos, en términos generales aseguró que la calidad es buena.
A título personal –observó–, creo que el riesgo que tenemos es una contaminación microbiológica más que química y se han encontrado algunos elementos que pueden ser nocivos para la salud como pueden ser los metales pesados, los plaguicidas, algunos fertilizantes y algunos productos de consumo conocidos como contaminantes emergentes, pero éstos están todavía en pequeñas concentraciones, muchos de ellos no superan lo que es la norma nacional.
—Entonces sí existe este tipo de contaminación, pero yo creo que todavía estamos a tiempo de no seguir incrementando este tipo de contaminación, apuntó.
De igual forma, comentó que el último estudio efectuado en los pozos que surten a las cabeceras de los 106 municipios de Yucatán fue después del huracán “Isidoro”, “y notamos algún tipo de contaminación en algunos pozos, principalmente debido a agroquímicos y fertilizantes”.
En comunidades del Oriente dijo que muchas veces los ranchos ganaderos tienen en sus terrenos cenotes y, como no hay algún tratamiento para la disposición de los desechos del ganado, entonces todas escurren hasta el cenote y podemos encontrar de hecho, en casi todos, una gran contaminación bacteriológica y en algunos de ellos alguna contaminación por nutrientes.
Cuidar la cloración
Pero lo que nosotros también vimos que en los pozos de extracción del agua potable –agregó–, como son pozos donde el agua se extrae a 20 ó 30 metros, el agua todavía tiene una calidad aceptable y sólo hay que cuidar mucho la cloración.
Hizo notar que toda actividad del ser humano potencialmente puede contaminar, pero precisamente por ello se tienen avances tecnológicos para evitar que eso suceda, de tal manera que una granja porcina puede funcionar en cualquier lugar, por citar un ejemplo, pero siempre y cuando disponga de los métodos adecuados para tratar sus aguas residuales y que la autoridad haga cumplir las normas establecidas.
—Definitivamente todas las actividades que nosotros hacemos, desde personas, comercios, industrias, todo tiene un riesgo de contaminación; nuestros propios desechos van a una fosa séptica y, si no cuidamos que tenga filtraciones, van a ir al manto freático. Yo me atrevo a decir que toda el agua en la zona rural de pozos someros está contaminada bacteriológicamente por las fosas sépticas en mal estado y porque todavía se practica el fecalismo a cielo abierto, vienen las lluvias y se arrastra todo, asimismo por la poca o nula capacitación que se les da a los trabajadores de campo para que ellos hagan un muy buen uso en cuanto a cantidad y dosificación de agroquímicos, fertilizantes y plaguicidas, acotó.
Avanza la tecnología
Añadió que, en el caso de las industrias, lo que hay que velar es que se estén cumpliendo las reglamentaciones para que las descargas de agua no sigan contaminando nuestro acuífero. “La tecnología sigue avanzando, además el Estado y la nación siguen desarrollándose económicamente, así que no podemos pensar que porque una actividad esté generando contaminantes no se vaya a hacer, para eso está la tecnología, tenemos ahora muy buenos tratamientos de aguas residuales, se pueden hacer tratamiento de desechos sólidos antes de disponerlos; entonces más que vetar alguna actividad de determinadas industrias, es ver qué tipo de tratamiento ofrecen para sus aguas residuales y desechos sólidos y hacer cumplir la norma”.
Insistió en que, desde el punto de vista bacteriológico, el agua de los pozos someros que se encuentran en áreas rurales no es apta para consumo humano, aunque el agua que proporcionan los sistemas de agua potable sí es apta, ya que además que se clora, se extrae de pozos de entre 20 y 30 metros donde hay menos contaminación, porque las bacterias ya no pueden vivir por falta de oxígeno.
(Rafael Mis Cobá)